Test: Trek Domane SLR 9 Red eTap
Como el sofá de tu casa, pero con turbo
Ya lo dice Luis Muñoz en la entrevista que puedes leer en el último número de la revista digital de Maillotmag y que hemos publicado aquí, el mercado español es un mercado peculiar. Siempre se ha dicho que, como ciclistas, somos un público que busca siempre “la bici de Contador”. En lo que a Trek se refiere, España es un mercado de Émonda(s) y Madone(s).
Sin embargo, sin salirnos de unas bicis que podríamos categorizar “para rendimiento”, el catálogo de Trek ofrece una bici como la Domane, una bici creada para ser cómoda, para llevar la experiencia ciclista un paso más allá y recorrer más kilómetros sin dolor ni incomodidades. Y hacerlo sin renunciar a las sensaciones racing ni a la exigencia que tanto gusta en España. Un combo perfecto que define lo que debe ser el gran fondo. Una bici para todo.
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IsoSpeed delante y detrás
Si hay una seña de identidad que marque lo que ha sido la trayectoria de Trek en los últimos años en las bicis de gran fondo, e incluso en algunas de mountain bike, ha sido la apuesta por el IsoSpeed, su sistema de absorción de pequeños impactos y vibraciones. La apuesta es tal que trascendió el concepto gran fondo y se adoptó a la bici aero y rodadora de la marca, la Madone (como ya vimos en esta prueba).
El nuevo IsoSpeed trasero es regulable, lo que nos permite tener un sistema más rígido o más absorbente solo con girar un tornillo allen de fácil acceso. Gracias a su cuidado diseño, la rigidez lateral no se ve afectada y sólo notaremos variaciones en la flexión vertical. Incluso en la posición más dura se aprecia una ligera diferencia con bicicletas que no tienen este sistema, pero la flexión es tan leve y controlada que no afecta en absoluto al pedaleo. Incluso al cabo de un rato nos olvidamos de este sistema e interiorizamos que este confort siempre ha estado ahí… o que una bicicleta debe ser así, como si no fuera nada excepcional.
En la posición más blanda encontramos un sistema hecho para rodar por los adoquines de Flandes o por el pavés de Roubaix, un sistema que puede parecer más apropiado para una bicicleta de gravel que para una de carretera. O directamente para enfrentarnos a rampas de asfalto descarnado y roto, con agujeros y tramos de hormigón rallado en el que, a la agonía propia del desnivel, se le suma cada impacto de la rueda con un obstáculo como 1.000 alfileres pinchando nuestras lumbares y posaderas.
Entre medias encontramos un mundo de posibilidades para encontrar el punto que se ajuste a nuestras necesidades y deseos, a nuestro peso corporal, forma de montar y zona por la que habitualmente lo hacemos. Y todo ello sin añadir peso al cuadro, al menos así lo defienden desde la marca.
Pero en Trek no se han quedado ahí. Una vez pulieron el IsoSpeed trasero y lo hicieron regulable se atrevieron con el delantero. Aplicaron la tecnología ya conocida a la parte superior del juego de la dirección, permitiendo que el tubo de la horquilla flexe ligeramente, para absorber las vibraciones que llegan de la rueda delantera, sin desplazarse lateralmente, para no perder control en los giros. Un sistema complejo que, sin embargo, no añade una cantidad de peso enorme pero que multiplica la comodidad a la hora de pedalear.
No hay que esperar un sistema de suspensión como las bicis de montaña, o grandes recorridos. Simplemente es algo que eliminará las vibraciones de baja frecuencia que se transmiten desde la rueda delantera y que, de forma inapreciable pero continua, acaba provocando dolor de brazos (y aumentando nuestro cansancio generalizado) cuando rodamos por carreteras y caminos con peor firme. A esto hay que añadirle el manillar IsoCore de fibra de carbono, que también contribuye a reducir las vibraciones (y que analizare en profundidad más adelante).