La dura realidad
Dicho esto, si hay una bici en la que, a título personal, creo que lo han hecho realmente mal a nivel de marketing es con la Roubaix. Sobre todo, en la actualidad, porque una bici tan rápida, liviana y elegante como la Roubaix S-Works que pruebo este mes, que deja en desventaja y en casi todos los sentidos a sus exitosas hermanas de gama Tarmac y Venge para alta competición en ruta, no creo que le haga ningún favor seguir llamándose Roubaix, con todas las connotaciones que llevan intrínsecas asociarla estrictamente a un estilo de ciclismo así.
No nos engañemos, porque si hoy por hoy una bici te la venden o argumentan en un contexto de “muy capaz para los baches”, implica de forma inconsciente peso y una estabilidad excesiva que se traduce en un tacto pastoso, e incluso una estética barroca y poco seductora.
¿Es pesada la nueva Roubaix? Rotundamente no, de hecho, es casi tan ligera como una Tarmac S-Works de disco, con un peso de 7.220 g en talla 54, potenciómetro incluido en esta versión de más alta gama.
¿Su geometría es lenta? Si a todo el público mundial una Tarmac o Venge le parece de forma unánime que son de las opciones más reactivas del mercado, enhorabuena, porque la Roubaix es una calco geométrico y estructural de las dos consagradas flechas Pro Tour de Specialized, añadiendo que además de las 11 tallas en las que se oferta la Roubaix, incluye tres opciones de arquitectura más racing con la pista superior de la dirección aún más baja, para quien quiera adoptar el ajuste biomecánico más agresivo que su espalda sea capaz de soportar.
¿Es fea? Bueno, esto es muy personal, pero seguiré con el discurso comparativo de las bicis popularmente consideradas como de las más bonitas del mercado, Tarmac y Venge, para advertir que en marcha y en un fugaz vistazo “a cruce por el carril contrario”, cuesta diferenciarlas entre ellas si no eres muy freak de las últimas novedades.
La Specialized S-Works Roubaix es innovación real
El que escribe es muy de coches, pero renunciar a una Roubaix y su sistema de suspensión Future Shock 2.0 sería como si, a igualdad de precio y prestaciones netas, renunciaras a llevar faros full led inteligentes, argumentando que no los quieres porque en realidad apenas conduces de noche. No sé, piensa que lo mismo pasas de vez en cuando por un túnel pero… tonterías al margen, si el coche es el mismo, si te cobran lo mismo, siempre agrada llevar algo mejor lo uses mucho o poco, porque además, lo que suele pasar en estos casos, es que al final un día se te hace de noche al volante, las luces se encienden solas, aprecias todo lo que hacen por ti y piensas: “Qué pasada son los faros de este coche, si se conduce mejor que de día”. Y en adelante serás el prescriptor más acérrimo de esos faros que no querías.
Es cierto, tal vez no pedalees por el pavé de Roubaix ni vayas a hacerlo en tu vida, pero además de que llevando bloqueado el Future Shock su acción desaparece por completo y llevas el tacto más seco y purista al que se puede aspirar, hay un sin fin de situaciones en las que, en términos de velocidad, este añadido tecnológico te hace ser sin duda más rápido. Eso por no hablar de la seguridad, la reducción de la fatiga, la amortiguación del ruido o el placer de ver como al resto se les mueve el casco y tú vas como haciendo rodillo. Diga lo que diga yo, tienes que probarlo para terminar de creerlo, porque su utilidad no es que sea amplia, es continua.
¿Por ejemplo? Por ejemplo cada vez que bajas un puerto y entras volando en una curva llena de grietas o agujeros, por ejemplo cuando llevas tres horas de bici y el cuerpo ya no es tan bravucón y las irregularidades del asfalto se magnifican por el propio efecto del cansancio, o por ejemplo cada vez que vas a beber agua, te vas a tomar un gel o una barrita, vas con una mano en el manillar, te metes en un pequeño bache y esa amortiguación de la potencia significa la diferencia entre que la mano de apoyo no salga por delante de la bici y que lo único que acabe en tu estómago sea lo que pretendes ingerir y no el manillar de la bicicleta…con el posterior arrastrón por el asfalto.
La verdad por delante
El sistema de suspensión Future Shock es un avance sin precedentes en las bicis de ruta, y lo digo sin miedo alguno porque es una innovación que sólo produce mejoras sin sacrificios y esto es algo que casi nunca, o nunca, sucede.
Hasta la fecha la bici que era ligera era delicada, la que era aero era pesada y difícil de ajustar, la que era cómoda, fea y de tacto blandengue, y así una serie ventajas asociadas a unos inconvenientes que después de muchos años no sólo los hemos aceptado, sino que nos los hemos creído como inamovibles, sea así o no.
Sé que de forma egoísta, como probador y para salvaguardar mi “prestigio” como ente independiente y fuera de toda sospecha, todo muy pedante, tal vez debería de contenerme un poquito más en mis afirmaciones pero, como comentábamos en uno de nuestros últimos podcast de la revista Maillot, hay que decir lo que hay que decir, y si la Roubaix es un “bicicletón”, toca decirlo, porque de hecho como sí que me sentiría realmente mal, sería conteniendo mis argumentos para quedar bien con una parte de la parroquia, que escribiendo lo que objetivamente pienso y que además se demuestra con hechos.
Los datos están ahí, el cuadro es muy ligero, de hecho de los más ligeros del mercado en disco con 900 gramos en talla 56 (ha bajado 170 g respecto al modelo anterior), tiene 11 tallas, 3 en opción geométrica racing, su rigidez en todas las acciones del pedaleo es brutal, su sistema de suspensión permite montar la potencia que quieras, alcanzar el ajuste de posición que sea necesario, puedes cerrarlo para olvidarte de que existe como si fueras en una Tarmac, porque la geometría es calcada, y luego, cuando venga una bajada o un tramo de asfalto roto, la bici es más aero y el Future Shock te recibirá sin rencores para que lo abras progresivamente al punto que te parezca adecuado.
De hecho, la nueva Roubaix es tan rápida, precisa y capaz como una Tarmac, porque el cuadro y la horquilla son muy parecidos, el alma de la Roubaix es de carreras Pro Tour, y lo que han hecho ha sido mantener ese carácter justo hasta el punto de contacto con el cuerpo, para ahí proteger al ciclista de la agresión que supone una bici de carreras tan purista que, en cierta manera y en muchas ocasiones, tiene sus inconvenientes.
Si hay una bici en la que tendría sentido hacer un montaje ligero hasta lo obsceno sería en esta Roubaix, sencillamente porque te beneficiarias de llevar una bici de 6,5-6,7 kilos, con un feeling exquisito de rigidez, seguridad y calidad de rodadura.