Test: Probamos la Canyon Grizl CF 7 ¿Compra maestra?
Montaje equilibrado y precio (muy) competitivo
Más allá de los montajes tope de gama con componentes de primera línea y precios estratosféricos, existe otro ciclismo, en ocasiones lejos de los grandes titulares, pero que se acerca mucho más a la realidad del usuario final. Y la Canyon Grizl es un buen ejemplo de ello. Especialmente, en esta última generación presentada a principios de verano y que abarca desde sencillos y asequibles montajes en aluminio hasta los modelos CF con cuadro de carbono, enfocados en mayor o menor medida al gravel más aventurero.
Un gravel de aventura y lúdico que, por concepto, es también más versátil y capaz de adaptarse de diversos usos que el específico ‘gravel race’ que tanto ha crecido en los últimos años, y tanto éxito tiene en países como el nuestro. Y es que, una bici como esta Canyon Grizl CF 7 ofrece tantos (y tan buenos) argumentos que resulta cuanto menos justo que nos planteemos su compra como una jugada maestra.
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Preparada para todo
Respecto a la generación anterior, el cuadro de carbono CF de la Canyon Grizl apenas ha variado estéticamente. Si acaso muestra una caída más acusada de los tirantes en su parte superior, por debajo del cierre de la tija de sillín, con esa curvatura que recuerda al modelo de ciclocross, el Inflite, de la marca germana.
Pero las modificaciones están ahí. Especialmente, en los ‘números’. Por ejemplo, ahora todas las tallas cuentan con vainas de 440 mm (en la versión anterior oscilaban entre los 420 y los 435), lo que ha provocado que el aumento de la distancia entre ejes (de 1.036 a 1.059 mm en talla S). Lo bueno es que para compensar ese crecimiento y que no afecte a su cómoda geometría, Canyon ha decidido acortar las potencias (por ejemplo, de 70 a 60 mm en talla S). El resultado es una bici más estable y segura, pero igualmente cómoda.

Otra consecuencia o efecto de ese alargamiento de vainas es la posibilidad de albergar neumáticos de mayor balón, un factor que la Grizl anterior ya pasaba con nota, permitiendo neumáticos de hasta 50 mm, y que ahora aumenta hasta los 54 en ambos ejes. No vamos a entrar ahora en el apasionante debate sobre el ancho de neumáticos ideal en el gravel, pero lo que está claro es que cuanto mayor paso de rueda, más posibilidades vamos a tener para ‘jugar’ en diferentes terrenos.
También ha mejorado, aún más, el cuadro de la Grizl respecto a los puntos de anclaje para portabultos, portabidones o guardabarros, además de implementar un cableado semi-integrado muy discreto por debajo de la potencia, con los cables visibles entrando por la pipa de la dirección, lo que facilita las tareas de los mecánicos. Unos mecánicos que tendrán una ‘complicación’ menos, también con esta nueva Grizl CF, ya que todos los montajes llegan en formato 1x.
El espacio de almacenamiento interno, ubicado en el tubo diagonal, es un ‘must’ en las bicis de gravel, sobre todo en las de perfil más aventurero. La Grizl tampoco falla en este aspecto, con una compuerta de acceso discreta y bien integrada en el cuadro. Eso sí, ni la ‘ventana’ ni el espacio interior son de los más generosos del segmento. Un aspecto éste a mejorar por los alemanes de cara al futuro.
Finalmente, un detalle que puede parecer menor, pero que en nuestra opinión sigue resultando de mucha utilidad: en todos los anclajes, cierres y demás se mantienen impresos los pares de apriete, la métrica y la medida del tornillo. Un válido recordatorio para los más despistados… y que le da un toque diferente y original a las Canyon.
Por cierto, el peso comunicado por la marca para cuadro y horquilla en talla M es de 1.110 y 580 g respectivamente.
Víctor Marcos
David Agüero
30/10/2025




