Marchas cicloturistas… ¿o carreras ciclistas?

Comienza la 'temporada alta' de marchas cicloturistas en nuestro país y con ella regresa un debate siempre presente: el de su condición, sobre el papel, como eventos no competitivos... y que no siempre se cumple sobre la carretera.
Marchas cicloturistas… ¿o carreras ciclistas?
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Autor Maillot Víctor Marcos
Autor de la fotoArchivo

Fecha de la noticia 06/05/2022


El incremento de los eventos cicloturistas en los últimos años es un hecho que no pasa desaparcibido para nadie. A las cuatro o cinco grandes 'clásicas' se han ido sumando otras marchas, por toda la geografía española, que rápidamente han alcanzado una profunda relevancia. Y en la mayoría de los casos, respaldadas por el patrocinio de grandes marcas del sector o con intereses en el deporte, que han visto en este tipo de acontecimientos, como es lógico y lícito, una buena forma de llegar a su público objetivo.

Un crecimiento que, por otra parte, ha venido acompañado del endurecimiento de las normas exigidas por las Dirección General de Tráfico y las autoridades de cada territorio para poder celebrar estos eventos. Algo paradójico, sin duda, sobre todo cuando están demostrados los beneficios económicos y de relevancia que este tipo de eventos provocan en las poblaciones donde se celebra. Pero bueno, eso es otro tema que luego abordaremos.

El caso es que muchas de esas pruebas o marchas, ya sean de carretera, gravel o MTB, suelen ir acompañadas del apellido 'no competitivas', sin premios para los primeros clasificados, más allá de reconocimientos, por ejemplo, para el participante más joven o el club más numeroso, además del cronometraje final en meta, o algún sector en subida, para que cada uno saque sus propias conclusiones respecto a su rendimiento.

Pero algo estamos haciendo mal -todos- cuando la realidad, salvo contadas excepciones, suele ser diferente: se sale a fuego, se provocan cortes y escapadas, se permite la participación de ciclistas profesionales o ex-profesionales -sancionados, incluso, por dopaje en alguna etapa de su vida profesional- y se pelea la posición hasta el último metro, hasta el punto de poder llegar ver 'sprints' en línea de meta por ver quien queda en el puesto 300.

Una vez finalizado el evento, además, suele ser habitual ver noticias en los medios de comunicación hablando de que "a pesar de no ser un evento competivo, la primera plaza fue para fulanito y la segunda para menganito". Un error, desde nuestro punto de vista, tratar la información de esa manera. Flaco favor le hacemos a nuestro deporte.

Cierto es que dentro de estas marchas multitudinarias, un importante sector de participantes no va a 'hacer puestos' ni a pelear la posición en un descenso; van a disfrutar de una jornada de ciclismo en compañía de otros miles de aficionados y para ponerse a prueba a sí mismos.

Esa convivencia, entre participantes competitivos y, digamos, lúdicos, hace que en ocasiones puedan darse situaciones de peligro y riesgo, para unos y otros. Primero, porque no se puede equiparar la destreza de un profesional o de alto nivel, con la de un cicloturista medio, en un descenso de un puerto de primera categoría, por ejemplo. Y segundo, porque los objetivos de unos y otros son radicalmente opuestos.

Tampoco vamos a alardear de puristas desde aquí, porque a todos nos gusta 'apretarnos' las tuercas en este tipo de eventos y medirnos frente a nuestros compañeros de club o el que se nos ponga por delante. Pero de ahí, a luchar a fuego por entrar en el top 100, dentro de una prueba donde participan miles de ciclistas de todo tipo, desde los 18 años hasta los más veteranos, no le vemos mucho sentido.

De hecho, ya existe un calendario de carreras como tal, de todas las disciplinas y categorías, auspiciadas por las federaciones territoriales de ciclismo de cada comunidad, donde poder dar rienda suelta a nuestro carácter competitivo, desde los ciclistas de escuelas hasta los Máster 60. Otra cosa es que muchas de esas carreras o campeonatos cada vez tengan más problemas para salir adelante y no gocen de la relevancia mediática de los grandes eventos cicloturistas. Ahí también queda mucho trabajo por hacer...

La solución, quizá, pasa por la redefinición de las marchas cicloturistas y las condiciones en las que se celebran. Porque de lo contrario, podemos encontrarnos con situaciones cada vez más frecuentes de pelotones interminables de miles de ciclistas, de los cuales los 500 primeros se dedican a rodar con medias estratosféricas y los 1500 últimos se dedican a disfrutar de la marcha a un ritmo más tranquilo. Una situación, además, muy complicada de gestionar para las autoridades de tráfico, que tienen que hacer malabares para controlar y proteger del tráfico abierto en su totalidad al pelotón. Y de ahí, normalmente, vienen las restricciones posteriores por parte de las instituciones.

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