La Vuelta. Revolución en Movimiento (I)

La Vuelta es una auténtica revolución que lo cambia todo allí por donde pasa.

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Autor Maillot Luis Miguel del Cerro
Autor de la fotoLuis Miguel del Cerro

Fecha de la noticia 25/11/2016


Cuatro etapas dentro de La Vuelta con el equipo de los Coches Azules no es suficiente para saber todo lo que se cuece, pero sí lo es para darte cuenta de que La Vuelta es una auténtica revolución en movimiento que lo cambia todo allí por donde pasa.

La Vuelta. Revolución en Movimiento (I)

Cuatro días, cuatro etapas dentro de La Vuelta con el equipo de los Coches Azules no es suficiente para saber todo lo que se cuece en uno de los mayores eventos deportivos de Europa pero sin duda sí lo es para darte cuenta de que La Vuelta es una auténtica revolución que lo cambia todo allí por donde pasa.

Esta historia empieza como casi todas las buenas historias: en una conversación de café. Uno de los mayores privilegios que tienes cuando amas el ciclismo y trabajas en un medio como Maillot es el poder conversar con gente que sabe bien lo que pasa en las calderas nuestro deporte. Un buen ejemplo son mis pequeñas charlas con Julio Gallego, responsable de los Coches Azules de Shimano.

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La Vuelta. Revolución en Movimiento (I)
La Vuelta. Revolución en Movimiento (I)

En una de ellas, mientras “arreglábamos” el ciclismo y poníamos orden en el pelotón internacional me dijo: “Tienes que venirte un par de días con nosotros a La Vuelta”. Me fui a la oficina convencido de que era una de esas invitaciones que alagan pero no se concretan. 19 de Septiembre, allí estaba, en Galicia, vestido de azul. Soy uno más, un miembro del equipo de asistencia técnica neutra de Shimano… pero con cámara de fotos, curiosidad y mi especial habilidad para estorbar.

En este primer día nada de Coches Azules. Me quedaré en la zona técnica de la contrarreloj por equipos. Un privilegio porque en esos pocos metros cuadrados se juntará lo más granado del pelotón profesional. Pero el día empieza mucho antes, en nuestro hotel, a unos pocos kilómetros de la salida.

Desayuno, tranquilidad, hoy no hay madrugón ya que la etapa empieza por la tarde. Todo el mundo mucho más tranquilo de lo que esperaba. La Vuelta empieza en unas horas, 20 días de competición y el único que parece nervioso soy yo.

Primera etapa de La Vuelta

Tras el desayuno, el ritual. Limpieza intensiva de los coches, colocación de emisoras en los vehículos. Mientras, Carlos prepara en un cuarto del hotel las bicis neutras. Prepara las decenas de ruedas, las revisa y les pone la presión adecuada con un compresor que ha vivido más años que la mayoría de los corredores. No se fía de otro. Tranquilidad y ración de bromas de Cherro, un tipo  que es capaz de animar a una viuda el día después.

Después, rumbo a la salidaBalneario de Laias. Primera sorpresa de La Vuelta: para llegar toca conducir por una carretera muy estrecha que acaba en un zona de pista muy pisada. Será para mi una ventaja unas horas más tarde.Y es que los corredores llegarán a la zona técnica con tiempo de antelación para evitar problemas. Eso supone tener a los mejores corredores del pelotón a escasos metros, calentando sobre el rodillo, conversando…

Hay dos grupos. Uno son los que buscan la concentración, los que apuestan por la mirada perdida. El otro el de los que conversan, se pasean o miran distraídos lo que ocurre a su alrededor. Esta tipología no va ligada al palmarés o la responsabilidad. Quintana es de mirada perdida, imperturbableValverde llega al rodillo dicharachero y sonriente.

Mientras tanto, mis compañeros de los Coches Azules, echan una mano a los corredores ajustando las bicis en los rodillos y a los comisarios de la UCI. Ellos, son los auténticos protagonistas del tinglado hoy. Con dos “potros de tortura” miden que cada una de las bicis que sale a carrera cumple con las medidas y normativa UCI. Son rigurosos.

A más de un mecánico le toca volver al autobús para retocar la posición. Empiezan con ello temprano ya que los corredores, antes de salir, deben pasar el “test”. Más vale que durante la mañana todas queden “dentro del reglamento”. En paralelo, el tipo del iPad caza motorcillos pasea el dispositivo por el cuadro de cada bici. Algún corredor le mira entre incrédulo y divertido.

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Fuera de la zona técnica, al mediodía, empieza a llegar el público. No estamos en el centro de una ciudad, ni siquiera se si estamos en el centro de algo. A pesar de todo, la gente empieza a llegar. Increíble la habilidad para intentar colarse en cualquier zona que tenga una mínima restricción

Algunos falsifican pulseras de acceso, otros ponen en riesgo su integridad y la de sus hijos intentando cruzar por el margen del lago. La Policía Nacional y los miembros de la organización se afanan en detectar a los infiltrados y mandarlos fuera de las vallas. 

Todos quieren estar cerca de sus ídolos, la mayoría no saben que tendrán momentos mejores para hacerlo. Llego a la conclusión que todo aquello que tiene un cartel de “restringido” en la puerta incita a saltárselo.

Con la caída de la tarde van saliendo los equipos. Hago fotos, observo. En apenas cinco minutos pasan a mi lado Froome y Contador, un poco contrariado como si supiera lo que iba a pasar.

El último equipo sale. Aplausos. Empieza el desmontaje del campamento azul. No esperan a nada, ni un vistazo a la puesta de sol. Toca recoger todas las carpas, todos los rodillos, toda la herramientas… No es fácil pero se hace en tiempo record. Es mucho el material el que va para el camión.

En La Vuelta todo pasa rápido. Donde antes había gritos, aplausos, vallas y carpas… en apenas media hora hay silencio y gente limpiando. Apenas quedan unos pocos aficionados, el sol cae, el lago brilla y los corredores del Sky alzan los brazos en la pantalla gigante. Volvemos al hotel.

La Vuelta a la conquista de Ourense

Se repite el ritual. Limpieza de coches, comprobación y carga de bicicletas. Julio administra los tiempos y a las personas. Hay margen pero el tiempo no sobra. Hoy salimos de Ourense y hay que ir siempre con margen para evitar percances, para aparcar los coches y, si la autoridad lo permite, tomar un café.

A medida que entramos en Ourense queda claro que La Vuelta ha llegado. Más Policía y nuevas señales, las de La Vuelta. Cerca de la zona de salida, avenidas desiertas que en apenas veinte minutos serán ocupadas por los autobuses y coches de los equipos. En la calle desde la que partirán los corredores la fiesta ha empezado hace rato. 

Juan Mari Guajardo, el “speaker” de La Vuelta ya tiene en el bolsillo al público, los patrocinadores visten a los más cercanos a las vallas mientras que otros prefieren ir a la carpa con una particular ruleta de la fortuna o pasar por el “iglú” en el que se les ofrece comida gratis para hacer más llevadera la mañana. En un rato, pasará la caravana publicitaria: música, colores, regalos… delirio.

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Nos alejamos un poco, por la calle en la que los equipos ya han aparcado coches y autobuses. Algunos no se lo creen: “Mira, la bici de Froome”. El amigo la mira como sospechando que es de cartón piedra. El tercero en discordia aprovecha para demostrar que sabe de esto y glosa las ventajas del cambio electrónico. Si en ese momento aparece Froome y les da un abrazo convierte ese día en el más feliz de sus vidas, bodas y nacimientos incluidos.

La mayoría disfrutan con esa cercanía inesperada: Con la posibilidad de tocar un F1 con piñones, ver el trabajo de los auxiliares, alucinar con los coches de los equipos. Otros, miran con la mueca de indiferencia de quien lo ha visto todo en la vida.

Copa de vino, boina colocada siguiendo el manual y el periódico a mano. Tiene pinta de hacerlo todos los días. Llega el Sky con los autobuses, los coches… solo les falta la marcha imperial. El tipo mira, busca la copa y sigue la lectura. Lo dicho, lo ha visto todo y, ahora, un poco más.

Veo las primeras banderas colombianas. Gente con fe, que confía en los suyos desde el primer día, visionarios. A estas horas la música ya se oye por todos lados, los motores empiezan a encenderse y los ciclistas a moverse. Ourense está tomada por La Vuelta y llega el momento del clímax.

Primer día de La Vuelta en coche

Nosotros también arrancamos. Voy detrás, con Cherro. Un tipo que además de saber de bicis sabe lo que es ir sobre ellas como corredor profesional. A los mandos del vehículo, Jose Antonio, otro veterano en esto. Y es que si hiciéramos un currículum de los Coches Azules podríamos decir aquello de “experiencia contrastada”. Entre todos deben sumar casi un siglo de experiencia en esta y otras carreras.

Muchos de ellos, además, viven y respiran ciclismo. Son gente que conoce la técnica, pero también la cultura. En las cenas quedo alucinado con las anécdotas pero no solo por lo que cuenta sino por la precisión en la localización y la fecha. Sus vidas no se rigen por días o por años, lo hacen por temporadas, etapas y carreras.De vuelta en el coche, las primeras horas pasan lentas.

El pelotón se despereza. Las motos nos adelantan, el helicóptero de fondo… Una monotonía ruidosa que rompen los aficionados cuando cruzamos los pueblos y urbanizaciones. Todos tienen algo que decirnos. Unos nos animan, otros nos piden bicis. Pero allí por donde pasamos veo felicidad, sonrisa: algo está pasando y ellos son testigos. La Vuelta está cruzando su pueblo y nosotros somos un protagonista más del espectáculo.

Es la hora de comer. Vamos bien provisionados. Nevera llena y bocatas interminables. Toalla sobre la piernas: el objetivo es que no se nos escape ni una miga. Este truco me lo guardo. Conversación animada que va desde la experiencia de mis compañeros hasta a qué demonios me dedico en la revistaRadio Vuelta de fondo: tiempos, clasificaciones,...

En el kilómetro 60 empieza un puerto de tercera. Luego, el perfil nos dice que quedan dos repechos hasta meta pero no es del todo cierto. Estamos a unos 50 kilómetros de meta y no hay manera de enganchar un llano durante más de tres kilómetros: rampa, bajada, repechito… Bienvenidos a Galicia Canibal.

De vez en cuando vemos a los corredores fugados, luego caemos para enganchar el pelotón. De momento, todo tranquilo.  Poco a poco, nos vamos retrasando en la carrera. Una buena oportunidad para ver como La Vuelta aparece y desaparece. Si nos descuidamos, en algún tramo, nos quitan la pancarta. Y es que varias motos van parando y recogiendo señales, encintado…

 

No parece que vayan a llegar los escapados. Hay pocas oportunidades para ganar al sprint y no será fácil que los equipos con corredores rápidos les dejen en paz hasta Baiona.

El debate dentro del coche dura poco, lo tenemos claro. En meta, Meersman confirma nuestros presagios. En esta ocasión no tendré la gloria de pasar por el arco de meta ni en bici ni en coche. Nos desvían un poco antes. Acabamos juntos a los autobuses.

Es una locura. La gente corre junto a los primeros corredores en llegar a la meta. En dirección contraria, otros lo hacen buscando a Contador. La avenida se convierte en un pasillo en el que conviven ciclistas de élite con aficionadoscoches de equipo, motos de televisión y periodistas buscando declaraciones. Alrededor del Tinkoff, una nube de gente.

Contador está  en el rodillo, escoltado por su hermano Fran. La gente casi puede tocarlo. Le dan ánimos, le gritan y alguno intenta cruzar la cinta, la línea. Y es que en La Vuelta hay una línea imaginaria débil y confusa entre la cercanía y la invasión.

El corredor está cerca, se muestra, está accesible y lo hace consciente porque es parte de este mundo. La gente quiere animar y, a veces, quiere tocar invadiendo un espacio íntimo solo defendido por una cinta flexible y algún auxiliar o mecánico. Algunos como Contador cuentan siempre con la cercanía de su hermano o de un escudero como Jacinto Vidarte.

Junto al “efecto Contador”, el corredor anónimo. Fino, delgado, con el dorsal puesto y el sudor caliente. Pasa junto al grupo pero nadie se gira y corea su nombre. Regatea a una familia, espera a que pase un coche, solo tiene la atención de un padre que le pide un bidón para su hijo. Mañana, a seguir trabajando.

Compartiendo hotel

Los cuatro coches, la furgoneta… la caravana de los Coches Azules llega al hotel. Tenemos compañía: dos camiones del Lotto NL - Jumbo y Orica Bike Exchange ocupan la entrada del hotel. Mientras mis compañeros descargan las bicis neutras observo la labor de los mecánicos de los equipos.

Limpian y revisan todas las bicis que van encima de los coches. Las bicis usadas en la etapa esperan su turno para una revisión más extensa. Algún corredor se acerca a comentar algún detalle de la etapa o de la bici… Las lavadoras de los camiones trabajan a destajo. Llevan cocina y lavandería a cuestas.

Al subir a la habitación veo que compartimos planta con Orica. Muchas habitaciones están abiertas: se oyen algunas duchas, algunas conversaciones telefónicas y se ven los colchones apilados en la pared. Ellos traen los suyos. No es algo nuevo: David me comenta que en sus tiempos como masajista de Relax-Fuenlabrada ya utilizaban sus primeros colchones. Bien es cierto que con ese patrocinador tienes cierta ventaja.

Junto al ascensor, una habitación que siempre tendrá la puerta abierta toda la tarde. En ella el masajista se aplica con cada corredor. Junto a la entrada, una báscula en la que se suben los corredores que pasan por allí.

Apenas tengo tiempo para cotillear. Toca bajar a la cena. Anécdotas, historias, experiencia. Es, sin duda, uno de los mejores momentos de la jornada. Aprovecho para hablar con Bas Stamsnijder y saber más sobre su trabajo. Nos acompaña estos días aunque se mueve en su propio coche. Viene desde Holanda para dar soporte y asesorar a los equipos y corredores que equipan Shimano.

En su maletero lleva cinco grupos completos… por lo que pueda pasar. Además, recoge cualquier componente que se rompa para mandarlo a Japón y analizarlo. Uno de esos trabajos que tienen buena pinta desde el burladero. Además, tiene a la familia cerca: su hermano Tom corre en el Giant - Alpecin.

// Continuará (2ª parte)

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