Test: Probamos la Trek Madone SL 7 Gen 7, velocidad en estado puro
Situada por debajo de los montajes SLR, la nueva Trek Madone SL acerca el espectacular concepto aero de la marca a un mayor número de usuarios.
La Trek Madone siempre ha estado en el top de las bicicletas aero de carretera. Una categoría que se ha ido 'domesticando' con el paso de los años, ofreciendo actualmente bicicletas más ligeras, algo más confortables y, valga la redundancia, más aerodinámicas.
Pero lo cierto es que la marca de Wisconsin dio un golpe en la mesa el año pasado, con la presentación de la séptima generación de la Trek Madone. Una Madone, que ya se había dejado ver en competición algunas semanas antes, y que llegaba a las tiendas en su versión SLR (carbono OCLV 800), mostrando su revolucionario e impactante IsoFlow, nueva seña de identidad del modelo, y del que hablaremos más adelante.
Además, Trek lograba rebajar el peso total del cuadro SLR respecto a la generación anterior en unos 300 gr, alcanzando unas respetables cifras de 1.050 gr para el cuadro y 418 gr para la horquilla. El nuevo diseño aerodinámico del cuadro la convertía también en una bicicleta más rápida que su predecesora.
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Un año después, llega la versión Trek Madone SL, con cuadro construido en carbono OCLV 500, con la misma geometría, filosofía y finalidad de su hermana mayor... pero con un precio que, aún siendo elevado, acerca la Madone a un número algo mayor de usuarios. Usuarios, eso sí, que busquen el máximo rendimiento y velocidad en sus salidas, o que les guste competir. Porque la Trek Madone SL Gen 7 que hemos podido probar es una auténtica máquina de guerra.
Apuesta clara por el concepto aero
En unos tiempos en que las fronteras entre categorías se difuminan, y las bicicletas escaladoras son cada vez más aerodinámicas, y las aero cada vez más ligeras y cómodas, podemos decir sin temor a equivocarnos, y después de rodar unos cuantos días con la Madone SL 7, que Trek se mantiene firme en su apuesta por el concepto aero.
¿Quiere decir esto que la nueva Madone no se 'retroalimenta' con otras familias de la marca como la escaladora Émonda o la gran fondo Domane? Por supuesto que no. De hecho, esta bici también ahorra 300 gr de peso respecto al cuadro de la generación anterior: hablamos de 1.200 gr para el cuadro y 475 gr para la horquilla, elaborados en carbono OCLV 500.
De igual forma que sigue apostando por tecnología que reduzca el sufrimiento sobre el sillín, en busca de un punto adicional de absorción, en este caso, a través del nuevo IsoFlow que, como veremos, realiza un doble trabajo.
Pero, a la hora de la verdad, las sensaciones que transmite la Madone Gen 7 probablemente sean las más puramente aero dentro de este segmento actualmente. Y en ello tiene mucho que ver la concepción del cuadro y su geometría.
Hablamos de una bicicleta completamente rediseñada, y que desde el principio tuvo en cuenta la posición del ciclista sobre la misma, y cómo el conjunto de bicicleta+ciclista impacta contra el aire al avanzar. Fruto de estos estudios es la posición más elevada del pedalier, un conjunto de potencia-manillar rediseñado (tanto en versiones SLR como SL), los tubos con formas Kammtail del cuadro, además de la incorporación del IsoFlow.
Esta peculiar unión de los tirantes traseros con el tubo superior, evitando el tubo vertical, está pensada para que el aire, al golpear con la parte frontal (en este caso la zona del tubo de la dirección) recorra la parte inferior del tubo superior y encuentre una salida fácil y directa a través de los tirantes, sin golpear con el tubo vertical, evitando también las turbulencias que de otra forma se crean en torno a la rueda trasera.
Como tarea adicional, y fruto de su peculiar configuración (y de la capacidad de flexión del carbono), el IsoFlow también aporta una pequeña capacidad de absorción en la zona del sillín, ahorrando además unos gramos en comparación con el sistema anterior, el IsoSpeed, presente todavía en modelos como la Domane. Aunque, desde nuestro punto de vista, y una vez probados ambos sistemas, el resultado a nivel de confort no es el mismo. Ya profundizaremos en ello más adelante.
En cuanto a la geometría, y al igual que en la gama SLR, se repite lo que Trek denomina categoría H1.5 orientada claramente a la competición, y con números ciertamente combinados para ello (como se puede apreciar en la tabla de medidas adjunta). La posición encima de la bici es exigente, no vamos a negarlo, y exige de cierta adaptación para los que -como yo- no estamos acostumbrados a rodar tan agachados. Pero es que, repetimos, estamos ante una bicicleta de rendimiento y competición.
Mención aparte merece el excepcional trabajo de pintura que Trek ha aplicado a este modelo, tónica habitual en la marca de Wisconsin, y que hace inevitable que todas las miradas se giren para contemplar la belleza de este cuadro. Un cuadro que, como decíamos, no solo ha adelgazado de forma real, sino que muestra unas líneas algo más esbeltas que la generación anterior, configurando una de las bicicletas más espectaculares que, sin duda alguna, podemos encontrar en estos momentos en el mercado.