Bicis Imposibles: diseños que pasaron a la historia (o no) del ciclismo

En el artículo que publicamos sobre la RockShox Roubaix y otras horquillas en bicicletas de carretera hablamos de la primera bicicleta de doble suspensión de la historia, una Bianchi que la marca italiana fabricó en 1913 para el ejército de su país, la Bersagliere. También de cómo, casi 100 años después, la marca italiana volvió a hacerlo para que en 1994 Johan Museeuw compitiese en “El Infierno del Norte” con una doble suspensión.
Es cierto que el concepto de doble suspensión ya no era un “rara avis”, pues el auge del MTB lo estaba haciendo bastante común, pero donde apenas se había visto era en carretera. Y, de hecho, apenas tuvo repercusión ni continuidad en el tiempo. Al prototipo de Museeuw en 1994, un diseño complicado con un tubo superior con mucho (quizá demasiado para carretera) slooping y la necesidad de reforzar la zona de anclaje con el tubo del sillín, le siguió en 1996 un modelo con un diseño mucho más convencional, la Bottaro, que se alejaba de complejos diseños y guardaba mucha similitud con las MTB de la época.
Bianchi ha sido especialista en “bicicletas imposibles”, especialmente en cuanto a máquinas de contrarreloj y récord de la hora se refiere, como la C4 de Moreno Argentin en 1986 (y años posteriores), que no contaba con tubo vertical, o la usada en 1991 por Marco Pantani, con unos tubos (incluyendo las patas de la horquilla) excesivamente sobredimensionados y una rueda delantera de 26” (la de atrás era convencional, de 700 -o 28”-).

La Pinarello Espada de Miguel Indurain
¿Quién no recuerda la Pinarello Espada con la que Miguel Indurain nos hizo soñar a los aficionados? Hoy en día esa bici seguramente estaría prohibida por la UCI. Con ella batió el récord de la hora en Burdeos de 1994 y lo intentó en Bogotá en 1995 y ganó la TTI de Seraing en el que sería su 5º Tour.
La Espada es una bicicleta que se fabricó en exclusiva para Miguel Indurain. De hecho, se supone que sólo hay 6 unidades (cuatro usadas en las pruebas y dos que se llevaban de repuesto) y se encuentran en instalaciones de Pinarello (en Italia y España), el Museo Olímpico de Barcelona y la Academia Rafa Nadal (cedida por el propio Indurain). Sin embargo, al igual que Bianchi, Pinarello se especializó en “bicicletas imposibles” para Contrarreloj y récord de la hora. Derivada de la Espada surgió la Parigina que usó Collinelli en los JJ.OO. de Atlanta 1996 (ciclismo en Pista) y los equipos Banesto y Telekom en el Tour de 1997.
Dos apuntes al respecto de esa bicicleta. Mientras que la Espada contaba con la rueda delantera más pequeña que la trasera, la Parigina ya usaba dos ruedas de 700 pues la UCI prohibió las ruedas de diferentes tamaños en competición. Además, estuvo rodeada de polémica porque la homologaron para algunas carreras, pero hubo que modificarla para el Tour de Francia. Y precisamente, hablando de la utilizada en competición, Jan Ullrich y el resto del Telekom (así como Olano y el resto del Banesto) usaron unas horquillas más anchas y de botellas con diseño plano y tiro recto, diferentes a las que luego se han quedado en las bicis de exposición.
Lotus 108 y Giant MCR, los diseños de Mike Burrows
Seguramente las pruebas contra el crono han sido el campo en el que hemos visto los diseños más imposibles. Quizá uno de los más espectaculares es el de la Lotus 108 con la que Chris Boadman consiguió el oro olímpico en Barcelona 1992. Este diseño es obra de Mike Burrows, responsable también de la Giant TCR y de la MCR, la bicicleta icónica de Giant (un modelo que todavía perdura) y un diseño imposible que estuvo en el catálogo de la marca desde 1997 hasta el año 2000.
Ambas bicicletas estaban fabricadas en un monocasco de fibra de carbono y un espectacular diseño. La Lotus 108 sólo contaba con vaina derecha y horquilla monobrazo (también la botella derecha) y la tija del sillín integrada en el cuadro. La Giant MCR contaba con unas vainas muy sobredimensionadas pero sin tirantes, el cuadro sólo se fabricaba en una sola talla y Giant ofrecía un enorme abanico de posibilidades en cuanto a tamaños de tija y potencia (longitud, ángulo, etc). Ambas bicicletas las hemos analizado en la sección de Bicis Míticas.
Volvemos la vista atrás
Si dejamos de lado las bicicletas para el récord de la hora (que cuentan con un largo historial de diseños imposibles, en muchos casos artesanales, como las bicicletas que se fabricaba el escocés Graeme Obree), habría que poner nuestros ojos de nuevo en “El Infierno del Norte” y recordar la bicicleta con la que Steve Bauer compitió en la Paris-Roubaix de 1993.
Se trataba de una Eddy Merckx con el pedalier excesivamente adelantado respecto al sillín para que las largas vainas ayudasen a absorber los baches y no se transmitiesen tan fuerte al ciclista. El ciclista canadiense ha contado en varias entrevistas cómo dispuso de la bicicleta durante todo el invierno y le obligaba a utilizar grupos musculares diferentes respecto a una bicicleta convencional y no era tan versátil como éstas. La pobre actuación de Bauer en esa carrera y lo poco acertado del diseño hizo que no se volviese a ver.
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