8 Islands Cycling Challenge: el último reto de Lina Bo y Pol Tarrés en Canarias
Un viaje único en bicicleta de carretera por todas y cada una de las Islas Canarias
¿Cruzar todas las Islas Canarias en bicicleta de carretera, recorriendo una isla distinta cada día, pedaleando un total de 900 kilómetros? ¿Y por qué no? Solo son algo más de 20.000 metros de desnivel acumulado...
Lina y Pol se encontraban en un training camp en Gran Canaria cuando, entre los imponentes paisajes donde los acantilados se precipitan hacia el mar y los volcanes se alzan majestuosos, surgió la idea de un reto: cruzar todas las Islas Canarias en bicicleta de carretera, recorriendo una isla distinta cada día, pedaleando un total de 900 kilómetros.
El reto era ambicioso en todos los sentidos, no solo por la distancia, sino también debido a la diversidad geográfica y el abrupto relieve de las Islas Canarias. Tendrían que superar la friolera de 21.600 metros de desnivel acumulado.
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El itinerario del desafío seguía un orden meticulosamente planificado: La Palma, La Gomera, El Hierro, Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y, finalmente, La Graciosa.
De todo ello hablamos recientemente con Pol en el podcast que puedes escuchar a continuación, y donde nos contó todas los condicionantes del viaje, anécdotas, mejores y peores momentos... y mucho más.
1. La Palma
Empezamos el reto en Santa Cruz de La Palma, a nivel del mar. Desayunamos temprano y comenzamos el ascenso al Roque de los Muchachos, el puerto más largo que Lina y yo habíamos hecho nunca. Fueron 32 km sin descansos, con un desnivel positivo de 2.406 m.
Durante las casi 3 horas que nos llevó subir, pasamos por paisajes cambiantes, como si fueran niveles de un videojuego. Empezamos en una pequeña zona de bosque de laurisilva y luego ascendimos a una zona de pinos muy altos, para finalmente llegar a una zona de matorrales cerca de la cumbre. Desde allí, pudimos disfrutar de los tonos amarillos, rojizos y naranjas de las formaciones volcánicas.
Desde Fuente Nueva, comenzamos el descenso hacia Santo Domingo de Garafía. La carretera tenía muchas curvas y resultó ser muy divertida, una recompensa después de todo el esfuerzo. En cada curva, podíamos notar que la temperatura del aire aumentaba, lo que nos indicaba que nos acercábamos cada vez más al mar. Para llegar a El Pinar, nos sorprendió tener que enfrentar un puerto de 6 km con pendientes muy fuertes, llegando en algunos puntos hasta el 18%.
La segunda parte de la ruta fue más rápida y con menos desnivel. Fuimos pasando por pueblecitos siguiendo una carretera llena de curvas. Llegamos al mirador del Time y nos quedamos boquiabiertos con las vistas de todo el valle. Incluso pudimos ver el río de lava que el volcán Tajogaite dejó en su erupción de 2021. Continuamos descendiendo hasta llegar al nivel del mar, donde luego subimos a unos 780 m, atravesando el Parque Natural de Cumbre Vieja y llegando al pueblo de Los Canarios para iniciar un descenso muy largo y merecido, con vistas al mar, hasta regresar al punto de partida para finalizar el primer día.
Fue un día muy duro, pero afortunadamente, fue el primero de este reto, cuando nuestras fuerzas aún estaban a tope, y pudimos superarlo sin ningún susto.
2. La Gomera
Llegamos en ferry a la capital de la isla, San Sebastián de la Gomera, y desde el mismo puerto comenzamos a pedalear en dirección a Las Poyatas, un duro ascenso de 600 metros hasta el túnel que cruza la montaña y nos lleva al Valle de Hermigua. Al salir del túnel, pudimos apreciar el contraste del paisaje, mucho más verde y lleno de vegetación que durante la subida.
Empezamos a descender hacia el valle por una carretera muy rápida, con curvas cerradas y abiertas que disfrutamos mucho, ya que apenas había coches. Al llegar al final del valle, comenzamos el puerto del día, unos 23 km con un desnivel positivo de 1.250 metros, para adentrarnos en el Parque de Garajonay, en el corazón de la isla. Aunque había tramos con rampas muy duras, también había momentos de descanso que nuestras piernas agradecieron.
Al ingresar al Parque Nacional de Garajonay, nos dimos cuenta de inmediato de que era un lugar especial. La carretera atraviesa densos bosques de laurisilva que no dejan entrar la luz del sol. Esta zona es tan húmeda y fresca que hay tramos de la carretera tan oscuros que te olvidas de que estás pedaleando bajo el pleno sol.
El siguiente descenso nos llevó a Arure, donde el sol comenzó a ponerse y su luz cálida tiñó todo el paisaje. La carretera serpenteaba por pequeños pueblos, subiendo y bajando ligeramente. Continuamos ascendiendo hasta el Alto del Garajonay, a 1.300 metros, con una espectacular luz de atardecer, desde donde disfrutamos de vistas panorámicas de la parte sur de la isla.
Finalmente, comenzamos un descenso de unos 24 km hasta el punto de partida. Anocheció, pero encendimos las luces y llegamos a San Sebastián sin ningún problema.
3. El Hierro
Solo al llegar, pudimos ver que esta isla era muy diferente a las demás: ya desde el ferry, divisamos unos acantilados altos, oscuros, hechos de piedra volcánica que se alzaban en la costa de la isla.
Ya acostumbrados, comenzamos a ascender, un puerto de 8 km con un desnivel de 550 m hasta la Villa de Valverde. Allí, la ruta hizo un breve descanso de unos 4 km para luego ascender 830 m hasta el punto más alto de la ruta, a 1.346 m. Desde allí, comenzaría un descenso rápido que nos revelaría una parte completamente distinta de la isla, muy verde, con bosques frondosos y un verde vibrante, que gradualmente se abría para mostrarnos el mar y El Golfo, un gigantesco semicírculo que se deslizaba hacia el mar.
Tras el largo descenso, continuamos pedaleando por una carretera paralela a la costa, donde nuevamente vimos otro contraste de colores: los marrones oscuros de las piedras volcánicas junto a los verdes eléctricos de la vegetación. Fue una de las carreteras más hermosas de todas las islas. Con cada pedalada, la vegetación y el verde desaparecían gradualmente, dando paso a las piedras y los tonos marrones que cobraban más intensidad. Llegamos a la Playa Arenas Blancas, donde solo se veían piedras volcánicas y unos pocos arbustos que sobrevivían en este terreno tan hostil.
Al final de la carretera, empezamos a ascender hasta el Mirador de Lomo Negro, que parecía Marte y resultó ser uno de los paisajes más impresionantes de todo el desafío. Nos quedaba la última subida del día, que nos llevaría a rodear las montañas Tenaca, Tembárgena, Tomillar y del Guanche de Arriba.
Atravesamos un bosque de pino con una carretera encantadora y vistas a la costa que nos condujo a Isora, donde solo nos quedaba descender hasta Timijiraque por una carretera que parecía dirigirse directamente al mar, con mucha pendiente pero con vistas espectaculares.
Al llegar a la carretera de la costa, ya podíamos ver el puerto para tomar el ferry y dirigirnos a nuestro próximo destino.
4. Tenerife
A diferencia de las otras islas, en Tenerife comenzamos con unos kilómetros muy suaves, en dirección al norte, algo que nuestras piernas agradecieron mucho. Ya se podía notar la fatiga de los días anteriores, y aún no habíamos cruzado el ecuador del desafío. A partir del pueblo de Guía de Isora, el terreno cambia y comienzan las pendientes, que nos llevan a la Reserva Natural Especial del Chinyero. Desde allí, comenzamos un descenso técnico que nos llevó casi al nivel del mar, llegando a Icod de Los Vinos.
A partir de este punto, recorrimos zonas con subidas y bajadas muy agradables, siempre con vistas al mar. Pasamos por el barranco de Ruiz y continuamos sumando kilómetros. Incluso en algunos tramos, teníamos vistas del Teide.
Hicimos una parada para comer cerca de Puerto de la Cruz, con el fin de recuperar energías antes de continuar la ruta. Pensábamos que el tramo sería más o menos cómodo hasta llegar al Parque Rural de Anaga, pero nos encontramos con rampas muy duras al superar el Barranco de Cabrera. Afortunadamente, el esfuerzo se vio recompensado con vistas espectaculares de la costa.
Luego, nos dirigimos a San Cristóbal de la Laguna, nuestra última parada para reponer los bidones antes de llegar a nuestro destino. Desde allí, dejamos atrás la civilización y nos adentramos en el Parque Rural de Anaga. En los primeros metros dentro del parque, pudimos apreciar zonas muy frondosas de un verde intenso, cubiertas por un manto de laurisilva. Los árboles formaban un túnel sobre la carretera, lo que convertía el parque en un entorno mágico.
A pesar del esfuerzo, alcanzamos el punto más alto y nos quedaban solo 15 km de descenso hasta San Andrés, y luego otros 8 km de terreno llano hasta el final de la ruta. Este descenso fue uno de los más espectaculares de todo el desafío. No solo era una carretera muy divertida y rápida, llena de curvas y con un asfalto nuevo, sino que también ofrecía vistas maravillosas de las montañas con bordes afilados y cañones profundos del parque.
Finalmente, llegamos a Santa Cruz de Tenerife, sabiendo que habíamos cruzado el ecuador del desafío. Nuestra próxima parada sería Agaete, en Gran Canaria.
5. Gran Canaria
Tanto Lina como yo conocíamos Gran Canaria, lo que nos ayudó mentalmente a enfrentar los 24 km de subida desde el comienzo. La primera subida fue lo más duro del día, ya que calentar las piernas con 24 km de subida no es fácil. Sin embargo, avanzamos sin prisa pero sin pausa, pasando por pequeños pueblos como Tegueste o Fagajesto.
Llegamos al km 24 y tuvimos un breve descanso de 4 km antes de subir otros 400 m hasta los 1.526 m, donde nos esperaban 18 km de descenso. Pasamos por Artenara, un pequeño pueblo colgado en un barranco, donde disfrutamos de algunas de las mejores vistas de la isla.
Desde allí, pudimos ver los barrancos, formaciones naturales, carreteras al final del valle e incluso un vistazo al mar. Además, los colores del paisaje eran completamente distintos, con muchos marrones y naranjas en comparación con los verdes de la primera parte. Fue un momento muy especial del día.
Luego descendimos hasta Tejeda y comenzamos la penúltima subida del día. La carretera rodea el Monumento Natural del Roque Nublo, que a menudo se divisaba a lo lejos. Hicimos una parada en Ayacata para descansar y comer antes de enfrentar la parte final y más empinada del ascenso al Pico de las Nieves, donde las pendientes en algunos puntos alcanzaron hasta un 23%.
Durante todo el ascenso, pudimos observar un paisaje y una flora cambiantes, lo que nos recordaba la altitud que estábamos ganando. Al llegar a la cima, apreciamos lo alto que estábamos y podíamos ver nuestro destino final, Las Palmas de Gran Canaria.
Comenzamos el descenso y pasamos por la Reserva Natural Especial de Los Marteles, donde la Caldera de los Marteles nos recordó el origen volcánico de las islas. Fue un descenso largo y muy rápido, con pendientes pronunciadas que nos permitieron alcanzar velocidades muy altas en la bicicleta.
Llegamos a Ingenio y pusimos rumbo a Telde por una carretera que subía y bajaba suavemente. La última subida antes de llegar a la capital de la isla y nuestro destino, el puerto de Las Palmas de Gran Canaria.
6. Fuerteventura
Llegamos a Fuerteventura de noche, y al despertarnos, nos dimos cuenta de que esta isla era completamente diferente a las que habíamos visitado. Comenzamos a pedalear en Morro Jable, en dirección al norte. Los primeros 30 km fueron suaves, con la primera parte de la ruta subiendo y bajando suavemente por una carretera junto a la costa antes de llegar a un tramo de carril bici separado de la carretera, limpio y rodeado de dunas y paisajes desérticos.
Los tonos predominantes en esta isla eran marrones, naranjas y amarillos, junto con un paisaje que recordaba mucho a una película de 'Star Wars'. Al mediodía llegamos a Pájara, donde hicimos una parada para comer y recargar energías. Aunque en comparación con los otros días, esta isla tenía menos desnivel, al final del día debíamos acumular unos 1.400 m de ascenso, la mayoría concentrados en la mitad de la ruta. Subimos al Pico de la Muda (529 m) y al Morro de la Cruz (678 m), pasando por el Parque Rural de Betancuria, un espacio protegido lleno de peñascos y macizos montañosos, además de aves autóctonas y migratorias.
Después de un largo descenso, nos dirigimos hacia el este para llegar a la costa y adentrarnos en el Parque Natural de las Dunas de Corralejo. El parque se divide en dos zonas completamente distintas. Al ir de sur a norte, primero encontramos una zona volcánica con escasa vegetación, de colores marrones muy oscuros, seguida de las dunas gigantes de arena blanca que se extienden hasta el Océano Atlántico. Fue una hermosa forma de finalizar nuestra ruta por Fuerteventura.
7. Lanzarote
Habíamos llegado a la penúltima isla, y a pesar del cansancio acumulado de todos los kilómetros que habíamos recorrido, Fuerteventura, al tener menos desnivel, nos ayudó a recuperar un poco de energía para este último día.
Comenzamos en Playa Blanca, al sur de Lanzarote, y aunque el paisaje era similar al de Fuerteventura, los colores eran mucho más oscuros, con áreas negras y campos de lava. Los primeros 16 km hasta Yaiza eran llanos, y pudimos apreciar la belleza de los paisajes de la isla, con contrastes de los intensos tonos azules del mar y los oscuros marrones y negros de la tierra.
Desde allí, entramos en el Parque Nacional de Timanfaya, una zona repleta de volcanes, sin vegetación, con formas rugosas y colores oscuros, en su mayoría negros y marrones, con algunos toques rojizos y ocres, lo que hacía que el parque pareciera otro planeta. Fue uno de los paisajes más impresionantes de todo el desafío.
Continuamos la ruta hacia el norte, acercándonos a la costa, y llegamos a Caleta de Famara, donde pudimos ver el impresionante Risco de Famara, parte del Parque Natural de Chinijo, un conjunto de impresionantes paredes rocosas verticales que conforman el principal macizo montañoso de la isla. Nuevamente, el contraste fue el protagonista del paisaje.
Comenzamos una subida de 25 km, suave pero larga, hasta alcanzar el punto más alto de la ruta, a 569 m sobre el nivel del mar. A mitad de la subida, hicimos una parada en Teguise para comer y descansar durante unos minutos. Al llegar a la cima, pudimos apreciar el pueblo de Haría, protegido por formaciones volcánicas que permitían vislumbrar el océano.
La última subida de todo el desafío nos llevó al Mirador del Río, pasando junto al volcán de la Corona. Desde allí, descendimos hasta el punto final de todo el reto, Órzola. Los 10 km de descenso discurrieron por una zona volcánica, y los disfrutamos con entusiasmo, recordando todo el esfuerzo que habíamos invertido para llegar al final del reto.
8. La Graciosa
Aunque La Graciosa no tiene asfalto, no quisimos excluir esta isla del desafío. La planteamos como un día de recuperación después de haber recorrido más de 900 km en este pequeño paraíso. Alquilamos mountain bikes y pasamos el día disfrutando de las paradisíacas playas de arena blanca rodeadas de volcanes, además de nadar en el Océano Atlántico por primera vez durante el viaje.
Fue una forma muy especial de concluir este reto, ya que nos permitió disfrutar de manera diferente de este pequeño tesoro que es La Graciosa.
Conclusión
A pesar de la dureza del reto, el archipiélago canario es famoso por su clima templado y cielos azules incluso en los meses de invierno, lo que proporciona un entorno ideal para el ciclismo. Las carreteras de las Islas Canarias, sinuosas y en muy buen estado, llevaron a Lina y Pol a través de impresionantes paisajes llenos de contrastes: playas de arena dorada, volcanes, valles de lava y densos bosques.
Este desafío en bicicleta a través de las Islas Canarias es un testimonio de la belleza natural de estas islas, que ofrecen una variedad de paisajes que van desde densos bosques de laurisilva hasta paisajes desérticos y regiones volcánicas. A medida que avanzaban y cruzaban cada isla, se sumergían en una aventura única, explorando la diversidad de la geografía y la flora del archipiélago canario. Lina y Pol comentan que con determinación y pasión, este reto puede ser conquistado por ciclistas preparados mientras disfrutan de las alturas y exploran los rincones más impresionantes de cada isla.
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