Cuando la polémica por los frenos de disco sigue todavía candente (la UCI acaba de permitir su uso libre en competición a partir del 1 de julio), 3T hizo una apuesta aún más arriesgada incluyendo una transmisión monoplato en la Strada para competición. Y esto fue mucho antes de que ROTOR sacase su grupo 1x13.
La polémica sobre su necesidad o no estaba servida, sin embargo, Lasse Norman Hansen consiguió rápidamente, el 1 de febrero en la primera etapa en línea del Herald Sun Tour, la primera victoria profesional para esta bici. El 17 de junio Adam Blythe se impuso en la Elfstedenronde (una carrera del circuito belga de clásicas) y recientemente, el 1 de julio, Conor Dunne se proclamó Campeón Nacional de Irlanda. Es decir, hay triunfos que avalan este sistema.
No obstante, como lo mejor es poder probar antes de opinar, Sportmed, el distribuidor en España de 3T organizó una jornada para rodar con las 3T Strada en la que el corredor neozelandés del equipo, Aaron Gate, estuvo con nosotros contándonos sus impresiones.
Sobre los frenos de disco cada vez quedan menos dudas dentro del pelotón. Ya hemos visto en otras ocasiones sus ventajas, que no sólo se limitan a una mayor potencia de frenado. Pero el monoplato es otra cuestión. Aunque en Mountain Bike se ha impuesto como una alternativa válida, especialmente para competición (donde ha monopolizado los montajes), la posibilidad de perder el “plus de seguridad” que te ofrece tener un 39 (ó 36 ó 34) en carretera da un poco de miedo.
La teoría, básicamente, es conocida: los sistemas de doble plato no ofrecen 22 velocidades reales (por cruces de cadena y solapamiento de combinaciones) y con un sistema monoplato, con el rango de cassette adecuado, se puede llegar a disponer de la misma relación en piñones superiores e inferiores que con un 2x11. Además, se ahorra peso al prescindir del segundo plato (aunque hay que incluir piñones de tamaño superior), desviador, cableado y el sistema de la maneta.
También se reduce la complejidad mecánica del sistema (lo mismo con los cambios electrónicos) y se gana suavidad a la hora de cambiar, ya que el escalonado es más progresivo y nos evitamos el salto que se produce cuando bajamos (o subimos) de plato y nos vemos obligados a bajar (o subir) dos o tres piñones de golpe.
Como ocurre con casi todo, la necesidad o no del monoplato tiene muchos matices. Hablando con Aaron Gate nos comentó que lleva toda la temporada con ello y que no ha echado de menos el doble plato salvo en alguna ocasión puntual. Eso sí, reconoce que es cierto que los profesionales tienen mayor facilidad para tener varias medidas de platos y sustituirlos en función de la etapa y lo mismo con los cassettes. De lo que no tiene dudas es de la ventaja que le suponen los frenos de disco a la hora de apurar las curvas cuando bajan un puerto, incluso en días sin lluvia, aunque reconoció entre sonrisas que en carrera “lo mejor es tocar los frenos lo menos posible”.
También es cierto que en una etapa de montaña tienes que elegir entre montar un 54, que se puede hacer algo duro u optar por el 52 (ó 50), lo que le puede dejar algo corto en las bajadas. No obstante, si nos fijamos en los números y comparamos un 53/39 + 11-28 (elección lógica de un profesional en una etapa de montaña), frente a un 50 con 10-36, una de las opciones disponibles en el grupo SRAM Force 1 que equipa la 3T Strada que probamos, tenemos que con el 50-10 la relación es equivalente a la del. 53-11. Y lo mismo sucede a la hora de subir, con un 50-36 recorremos los mismos metros por pedalada que con un 39-28 (el máximo que lleva un profesional con doble plato).
Es decir, con los grupos monoplato que actualmente disponemos en el mercado, como el Force 1 que probamos, es más una cuestión de acostumbrarse y modificar los hábitos que de realidad “teórica”.
Para ponerla a prueba salimos a rodar con la 3T Strada por los alrededores de Manresa, una zona con suaves colinas previas al pre-Pirineo y con alguna subida que si incluyó alguna rampa superior al 6%. El modelo que probamos era el acabado Pro con un plato de 50 dientes y el cassette 11-36.
Una vez probado que sirve para competición, lo cierto es que, para un usuario acostumbrado a usar un 50-34 con un cassette 11-28 es una configuración perfectamente compatible con la que, incluso, enfrentarse a puertos de montaña. Es cierto que, en este caso, necesitaremos tener un punto más de fuerza en las piernas (o contar con que subiremos un poco más lento).
Mentalmente, al principio, podemos pensar que al llevar un plato más grande (que el 34 o 39) tenderemos a ponernos de pie con mayor asiduidad, pero no es así. No es necesario cambiar el hábito y hacerlo más de lo habitual.
Volviendo a la 3T Strada, estamos ante una bicicleta diseñada principalmente para competición, que sigue las pautas actuales de buscar el mejor rendimiento posible en las subidas pero con un diseño puramente aerodinámico con, un reach largo que nos obliga a ir más tumbados pero un diseño compacto gracias a sus vainas de tan sólo 405 mm y al diseño del tubo de sillín, que “recoge” la rueda trasera, la protege del aire y las turbulencias que se crean en la mitad delantera de la bici y sitúa el sillín muy por encima de ésta.
Hay que resaltar la medida de las vainas de 405 mm, ya que es propia de bicicletas con frenos convencionales y no de modelos con frenos de disco (lo habitual es entre 5 y 10 mm más). Si te fijas en las fotos, la 3T Strada viene equipada con neumáticos de 25 mm (también siguiendo las pautas actuales incluso en competición) pero la sensación es la de llevar un neumático más ancho y el espacio que queda entre neumático y cuadro es mínimo.
Esto es algo en lo que 3T ha trabajado en sus ruedas Discus C35 Pro y, según afirman, hace el mismo efecto en cuanto a confort y agarre lateral que llevar una de 28 mm. También se ha hecho así, apurando el espacio entre neumático y cuadro buscando, en gran medida, la menor penetración del aire que genere efecto DRAG. Hay que señalar, eso sí, que 3T tiene disponible una versión “wider” de la Strada apta para neumáticos reales de 28 ó 30 mm y transmisión de doble plato, la Strada Due.
Con ello y el uso de frenos de disco, amén de sus componentes aero propios de la marca italiana (como el manillar Aeronova Team Stealth del acabado Pro) 3T ha logrado una bicicleta muy completa, con capacidades escaladoras y un perfil aerodinámico para las etapas más llanas y rápidas.
Si nos ponemos a analizar los pros y los contras del sistema, vemos que la 3T Strada con monoplato ha demostrado ser una alternativa perfectamente válida para los usuarios finales de, prácticamente, todo tipo. Si la mayor parte de nuestras rutas son de tipo rodador, eliminaremos peso de la bicicleta y complejidades de mantenimiento. También ganaremos progresividad a la hora de ir cambiando al evitar el salto del plato. Si nuestras rutas incluyen zonas montañosas, simplemente debemos saber que a lo mejor tenemos que jugar un poco más con los desarrollos y cambiar platos o cassettes en función de lo que tenemos por delante.
No obstante, en 3T lo tienen claro, la Strada es una bicicleta para competición y para usuarios avanzados, que tienen claro lo que implica este sistema, con sus beneficios y sus contras y que saben sacarle partido.
A falta de hacerle una prueba más completa, en terreno montañoso de verdad y subiendo las mismas cuestas por las que habitualmente probamos otras bicicletas, la 3T Strada se ha mostrado como una alternativa perfectamente válida que, seguramente, animará aún más el mercado ofreciendo más opciones.
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