Test: Cannondale Topstone Carbon Lefty 1
Mejor y más lejos.



Si eres de los que les gusta el orden y las categorías ya estarás tenso viendo su horquilla de suspensión delantera. Si eres de los que conoces bien la gama de Cannondale no podrás evitar pensar que estás ante la evolución de la Slate aunque su cuadro y su triángulo trasero te recuerdan a la Cannondale Topstone “sin Lefty”.
Bien, pues antes de empezar a hablar de lo que hemos sentido al pedalear sobre ella vamos a intentar rebajar el nivel de estrés respondiendo preguntas y aclarando conceptos.
La tercera Topstone
Sí, la Cannondale Topstone Carbon Lefty es el tercer peldaño de la escalera Topstone. Ahora mismo, Topstone engloba todas las opciones de gravel de Cannondale. Tenemos la Topstone “normal” con una concepción clásica, cuadro de aluminio y precios muy interesantes (ya probamos aquí mismo uno de sus modelos), la Cannondale Topstone Carbon que incluía como gran novedad el sistema Kingpin de “suspensión” trasera y la Topstone Carbon Lefty que es una evolución con el cuadro de la anterior y que se caracteriza por montar la segunda generación de la horquilla Lefty Oliver.
La Lefty Oliver es, sin duda, la gran protagonista de esta bici. Podríamos dedicar todo el test a hablar de ella y del concepto Lefty pero vamos a intentar “centrar el tiro”. Si no conoces el concepto Lefty, te diremos que lleva más de 20 años en el mercado, tiene una legión de seguidores y es, sin duda, uno de los sistema de suspensión delantera más refinados gracias a su sistema de rodamientos de aguja, su altísimo nivel de rigidez y una capacidad inimitable para leer las primeras y más sensibles impercepciones del terreno. Con el lanzamiento de la Lefty Ocho en 2018 se mejoró al máximo el concepto y, precísamente, la Lefty Oliver hereda su chasis y parte de su tecnología para desarrollar esta nueva generación de horquilla para gravel.
El segundo protagonista es el sistema Kingpin de “suspensión” trasera que conocimos cuando probamos la Cannondale Topstone Carbon. Las comillas vienen dadas porque a la hora de definir el sistema estoy completamente de acuerdo con mi compañero Antonio del Pino. No sería del todo riguroso denominar como “suspensión” a un sistema que no tiene un amortiguador, posibilidad de regulación, etc. En MTB este tipo de sistemas suelen denominarse “softail” pero, como también comentaba él, no se trata de entrar en debates filosóficos o conceptuales sino de saber cómo funciona. Y funciona bien, muy bien.
El Kingpin es una abolsuta genialidad a nivel técnico. Su “alma” es el pivote central (Pivot Lockr) que une mediante un eje pasante los tirantes del triángulo trasero al cuadro. Y además, lo hace en un punto muy concreto y estudiado para empujar y flexar el tubo consiguiendo parte de esos 30 mm de recorrido que nunca conseguirás medir de una forma objetiva. Digo “parte” porque hay una parte de esos milímetros de los que se ocupa la tija de sillín HollowGram SAVE. Y todo esto, sin afectar a la rigidez lateral, algo importante en cualquier bici, pero fundamental en una que puede tocar el asfalto.
Y vamos a por el tercer protagonista de esta bici y esta historia. En realidad, protagonistas, porque hablaremos de las ruedas 650B (o 27,5). En España no estamos muy acostumbrados a esta medida para bicis gravel pero en Estados Unidos son conocidas y apreciadas. La principal ventaja de estas ruedas es que nos permiten tener más anchura de neumático y más balón sin tener que ampliar el paso de rueda de cuadros y horquillas. También se valora la mayor rigidez de este tipo de ruedas ya que son muchas las ruedas de 700C que no manejan con tanta soltura las tensiones que suponen neumáticos con anchos de, por ejemplo, 45.
Si eres observador y leíste el test de la Cannondale Topstone Carbon (sin Lefty) ya estarás pensando… ¡pero si esa bici llevaba ruedas de 700! Sí, y de hecho, esta también puede montarlas. Y ahora viene la inevitable pregunta, ¿y por qué no los monta?
Lo cierto es que la Lefty Oliver es un auténtico prodigio de versatilidad ya que puede montar ruedas de 650x47 y 700x45. La limitación está detrás ya que el triángulo trasero solo nos permite montar ruedas de 700 de hasta 40C. A partir de aquí, la apuesta de Cannondale por lanzar esta bici con ruedas de 650B tiene un punto más conceptual y también es una forma de diferenciar la gama. La Cannondale Topstone Carbon Lefty pretende ser una bici más enfocada a un gravel con un punto más polivalente y más adecuada para terrenos más bacheados e irregulares.
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Que no, que no es una XC…
Doble suspensión, neumáticos más anchos… es inevitable. La Cannondale Topstone Lefty está destinada a rebatir cada día que no es una XC con manillar de carretera o que no es un híbrido entre dos categorías. En realidad, el problema no es suyo, es nuestro. Y cuando digo “nuestro” me refiero a los medios especializados y la cultura de la bici que tenemos en nuestro país. Vamos con el charco.
En España tendemos a decir “bicis de” en lugar de “bicis para”. Eso hace que cualquier bici que no cumpla unos determinados requisitos sea “castigada” de inmediato. Por ejemplo, una bici de gravel tiene que tener manillar de carretera, ruedas de 700C, neumáticos de no más de 40 y parecerse en lo posible a una bici de ciclocross (cuidado con tocar demasiado los ángulos).
Mientras que aquí mirábamos con cierta incredulidad una bici como la Cannondale Slate (que estrenó la primera generación de la Lefty Oliver) e intentábamos hacer algún chiste ocurrente sobre ella, Alison Tetrick ganaba el Dirty Kanza 200 con ella. Y no hay nada más gravel que el Dirty Kanza. Otro ejemplo de que la disciplina no tiene por qué definir la bici es Lael Wilcox a la que hemos visto hacer cientos de kilómetros diarios sobre una “canónica” Specialized Diverge pero también con una Epic HT o incluso una Fuse con ruedas 27.5+.