Vías Verdes: ciclismo apacible para el otoño-invierno
Más allá de las carreteras habituales de nuestras salidas en bicicleta o de las pistas donde exprimirnos con la bici de gravel o la mountain bike, existe una alternativa más, olvidada en muchas ocasiones, pero ofrece indudable interés para pedalear en la época en la que nos encontramos; las Vías Verdes.
Todo nace en 1993. Por aquel entonces, en España existían más de 7.600 kilómetros de líneas que ya no tenían servicio de trenes, o que nunca llegaron a tenerlo por quedar inconclusas las obras de construcción. Fue el Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente de la época el que puso en marcha el Programa Vías Verdes, enmarcado e impulsado un año después por el Programa de Caminos Naturales, con la colaboración de ADIF y la coordinación de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles.
¿El objetivo? Recuperar los trazados ferroviarios en desuso con un fin ecoturístico y de movilidad sostenible, rescatando del olvido buena parte del patrimonio ferroviario -estaciones, apeaderos, puentes y túneles, por ejemplo- y haciéndolos accesibles a ciclistas, viandantes, personas con movilidad reducida e, incluso, patinadores (en el caso de las Vías Verdes asfaltadas). Desde entonces, como decíamos, se ha ejecutado más de un 50% de esa labor de recuperación, a lo largo de prácticamente toda la península.
Ciclismo reposado
Desde el punto de vista que nos interesa, el del ciclista, las Vías Verdes destacan por su escasa dificultad física y técnica, más allá de la cantidad de kilómetros que queramos hacer. Y es que, como es lógico, los trazados ferroviarios se diseñaron -y diseñan- buscando las menores dificultades orográficas posibles. Y, en el caso de encontrarse con ellas, se salvaban con pendientes prolongadas y suaves. Resulta extraño, por tanto, encontrarnos en una Vía Verde con porcentajes superiores al 4-5%.
Otra característica propia de estos itinerarios es la superficie que ofrecen. En algunos casos, y tras la retirada de las viejas vías de tren, el terreno es compactado y asfaltado con materiales similares a los de los carriles bici que todos conocemos, lo que permite su utilización con bicicleta de carretera sin mayores complicaciones. En otras Vías Verdes, se ha optado por mantener la tierra compactada. Una superficie que soporta bien las inclemencias meteorológicas, y se adapta a la perfección a las bicis de gravel y mountain bike.
Las condiciones, por tanto, son ideales para pedalear en estos días de otoño e invierno, cuando muchos de nuestros senderos favoritos puede que se hayan visto anegados por el barro, o la idea de salir a pedalear por carretera, en tráfico abierto, con lluvia y el piso mojado, no sea la mejor opción para muchos.
De igual forma, el ciclismo más familiar y lúdico encuentra en las Vías Verdes un magnífico escenario. Los niños menos experimentados, acompañados por sus padres, tienen en estos itinerarios una buena oportunidad para familiarizarse con el cicloturismo, mejorar su confianza sobre los pedales, al tiempo que van descubriendo lugares sorprendentes como estaciones abandonadas, misteriosos túneles o grandes viaductos sobre ríos. Y todo ello, en un entorno seguro y sin tráfico motorizado.
Impulso rural
Ahora que está en boca de todos la reivindicación de la llamada 'España Vaciada', el Programa de Vías Verdes lleva ya casi 30 años aportando su granito de arena para revitalizar el desarrollo rural, a través de la recuperación de todo este patrimonio ferroviario. Buena prueba de ello es que, hasta principios de 2020, se han recuperado más de 100 viejas estaciones para acoger diferentes usos y equipamientos turísticos y culturales tales como alojamientos, restaurantes, puntos de alquiler de bicicletas, oficinas de información turística, pequeños museos, áreas de autocaravanas, centros de interpretación o incluso piscinas.
En definitiva, se trata de contribuir a mejorar la calidad de vida de los habitantes de las zonas por donde transcurren los itinerarios y satisfacer la experiencia de los usuarios o visitantes, a través del desarrollo sostenible. Un buen ejemplo lo encontramos en la Vía Verde de la Sierra, a caballo entre las provincias de Cádiz y Sevilla, que proporciona más de veinte empleos directamente relacionados con la gestión y el mantenimiento de estaciones rehabilitadas, y recibe unos 300.000 visitantes al año.
La de la Sierra es, de hecho, una de las mejores opciones para pedalear en esta época del año, disfrutando de suaves temperaturas y los espectáculares paisajes de las Sierras Béticas, con espacios naturales como el peñón de Zaframagón, donde habita una de las reservas de buitres más numerosa de Europa. En este caso, se trata de 'solo' 36 km, entre las localidades de Olvera y Puerto Serrano, cuyas estaciones han sido transformadas en hotel-restaurante, al igual que la de Coripe, también en la misma ruta. Ruta por la que, por cierto, nunca llegó a circular ningún tren.
No menos espectacular es la Vía Verde de la Senda del Oso, en Asturias, que transcurre a lo largo de 36 km sobre el trazado del antiguo tren minero de Teverga y Quirós. Monumentos naturales como el Desfiladero de las Xanas o prerrománicos como las iglesias de La Plaza y Tuñón son solo algunos de sus atractivos. Los lavaderos de carbón y los cargaderos de mineral, también visibles, son testigos de un pasado no tan lejano.
De nuevo en el sur, la Vía Verde de las Vegas del Guadiana nos brinda 57 km de recorrido entre Villanueva de la Serena (Badajoz) y Logrosán (Cáceres), a través de dehesas, humedales y campos de labor. Desde Logrosán, y a través del Camino Natural de Las Villuercas -solo transitable para mountain bike o gravel con ruedas adecuadas-, se puede enlazar con la Vía Verde de La Jara, 52 espectaculares kilómetros por la provincia de Toledo que actualmente, por desgracia, se encuentran clausurados, por el mal estado de algunos túneles y desprendimientos en trincheras, provocados por las lluvias, y que aún no han sido subsanados.
En tierras catalanas, la Vía Verde del Carrilet Olot-Girona (54 km) es una de las más frecuentadas por los cicloturistas más tranquilos de la zona, así como por un buen número de foráneos, que encuentran en los paisajes volcánicos de la comarca de La Garrotxa el marco perfecto para disfrutar de la bicicleta. Además, desde la capital gerundense arranca la segunda parte del itinerario, hasta Sant Feliù de Guíxols, sumando otros 39 km que nos dejan en pleno corazón de la Costa Brava.
Por último, en el sur de Madrid, en la llamada comarca de Las Vegas -muy frecuentada en invierno por los ciclistas capitalinos-, encontramos también la Vía Verde del Tajuña, que conecta las localidades de Arganda del Rey y Ambite, muy cerca ya de la provincia de Guadalajara. 49 km asfaltados con la suficiente calidad como para transitar, incluso, con la 'flaca', remontando el río que da nombre al itinerario.
Éstos son tan solo algunos ejemplos de las Vías Verdes que podemos encontrar a lo largo de buena parte de la geografía española. Solo tienes que entrar e indagar en https://www.viasverdes.com/ para descubrir la que te pilla más cerca de casa... o se puede convertir en tu próximo destino de fin de semana.
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