Cuando el descenso es el protagonista

A lo largo de la historia del ciclismo, las carreras nos han dejado un buen puñado de bajadas que se han quedado grabadas en nuestra retina, para bien o para mal. Vamos a repasar algunos de esos descensos inolvidables
Cuando el descenso es el protagonista
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Autor Maillot Víctor Marcos
Autor de la fotoArchivo/PedroDelgado.com/@chrisfroome

Fecha de la noticia 13/06/2022


No cabe duda de que las grandes gestas del ciclismo, sobre todo cuando hablamos de grandes vueltas, se escriben en las montañas. Y, aunque cada vez cuesta más trabajo encontrarnos con aquellas galopadas kilométricas de antaño, los Pirineos, los Alpes, el Macizo Central francés... siguen siendo escenario de grandes batallas.

Pero la batalla, muchas veces, no se desencadena subiendo... sino bajando. Y tampoco hace falta que se trate del descenso de un 'Hors Categorie'. En ocasiones, la bajada de una simple cota de tercera o segunda categoría ha hecho más daño que un encadenado de 'primeras' con nombres míticos.

Col de Menté - Tour de Francia 1971

Luis Ocaña portaba ese día el maillot amarillo de la ronda gala, con más de siete minutos de ventaja sobre su rival, el imbatible Eddy Merckx. Era la primera etapa pirenaica y, hasta entonces, el conquense había respondido con firmeza a todos los ataques del belga, que no cejaba en su empeño para recuperar tiempo. Parecía, por fin, que alguien podía hacer frente el 'Caníbal' y Ocaña se encaminaba hacia su primer Tour de Francia. Hasta que una tormenta de verano se cruzo en su camino...

Concretamente, en el descenso del Col de Menté, el cielo rompió a llover y en una curva, donde Merckx perdió el control, pero no llegó a caer, Ocaña probó la dureza del suelo. El obstinado ciclista conquense se levantó, dispuesto a seguir en carrera, pero justo en ese momento fue arrollado por los desbocados Zoetemelk y Agostinho, que previamente habían perdido el control en la misma curva. Ahí acabó el Tour para Ocaña.

Peyresourde - Tour de Francia 1983

Habían pasado los tiempos de Ocaña y el ciclismo español atravesaba una época de sequía -a lo mejor os suena...- que duraba ya varios años. Apareció entonces un equipo joven y valiente, comandado por José Miguel Echávarri, cargado de talentos, que se propuso volver a recuperar protagonismo para las nuestros más allá de la Vuelta a España.

Las primeras jornadas fueron complicadas para el Reynolds de los Delgado, Arroyo y compañía, con minutadas perdidas en etapas llanas y muy rápidas. Pero al llegar los Pirineos, la cosa cambio, y Perico se convirtió a partir esa décima etapa en ‘Le fou des Pyrénées’ (El Loco de los Pirineos).

En el segoviano se lanzó como un poseso en el descenso del Peyresourde, para dar caza al que luego sería uno de sus grandes rivales, Robert Millar, adoptando una arriesgada postura, con la cabeza muy cerca de la rueda delantera, imitando la posición que, según afirma, le había visto años atrás a un ciclista soviético en el Tour de Porvenir. No dio caza a Millar, quedó segundo en la etapa, a 6'', pero su imagen quedó para la historia.

Tourmalet - Tour de Francia 1993

Hablamos de 1993... pero la relación de amor entre Miguel Indurain y el descenso del Tourmalet se remonta a 1991. Fue allí donde fraguó su asalto al primer maillot amarillo de su carrera, soltando al grupo de Bugno, Fignon, Lemond, Chiappucci -quien se uniría poco después a la aventura del navarro- para iniciar un periplo de dominio amarillo que duraría 5 años.

El tercero de esos años, 1993, el principal rival de Miguelón, Tony Rominger, quiso probar suerte en las rampas, de subida, del Tourmalet. El navarro, con renta suficiente en la general, le dejó ir y prefirió seguir ascendiendo en compañía de sus gregarios y resto de rivales... o quién sabe, lo mismo Indurain no tenía sus mejores piernas ese día... y lo disimuló divinamente.

El caso es el que el suizo del Clas-Cajastur coronó la mítica cumbre con algo más de 50 segundos, un pellizco importante sobre Indurain y que muy pocos habían logrado acometer hasta entonces Lo que Rominger no sabía es que esa renta se iba a esfumar poco antes de acabar del descenso, tras una bajada memorable del ciclista de Banesto, dejando claro quien mandaba en ese Tour.

Peyresourde - Tour de Francia 2016

De nuevo, el Peyresourde como protagonista. Pero esta vez, unos cuantos años después, y con Pedro Delgado ya de comentarista. Comentando cómo Chris Froome, dominador de la ronda gala en aquellos años, nos dejaría una de las imágenes más llamativas de los últimos años: la llamada postura del 'bicho bola'... entre otros apelativos.

El británico, en su afán de ganar velocidad y aerodinámica, se sentó sobre la barra horizontal de su Pinarello, pegando el pecho contra el manillar, y sin dejar de pedalear, logró dejar atrás a todos sus rivales a 90 km/h. A diferencia, de Delgado, su arriesgada maniobra sí obtuvo la recompensa buscada: victoria de etapa en Bagneres de Luchon y maillot amarillo.

Poggio - Milán San Remo 2022

Porque, como decíamos, no todo van a ser colosos pirenaicos... existen cotas y 'tachuelas' que también nos han dejado descensos para la historia. Y el más reciente de todos ellos, seguramente, es el del Poggio de la última Milán - San Remo, protagonizado por Matej Mohoric.

El esloveno, conocido desde hace años por su habilida bajadora, dio otra lección de valentía y arrojo en el descenso final del primer monumento del año para hacerse con la victoria, arriesgando al límite en cada curva... con la 'ayuda' de la tija telescópica en su Merida Escultura, un componente que permite bajar el centro de gravedad en las bajadas, lo que redunda en la seguridad del ciclista a la hora de trazar.

Y podemos decir, con certeza, que su apuesta le salió bien. Bravo Matej.

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