Test: Bianchi Oltre XR4 CV
Tecnología Aeronáutica en dos ruedas



Las marcas de bicicletas vienen y van, pero si saben adaptarse a los cambios, perdurarán mucho tiempo. Eso es lo que Bianchi lleva haciendo desde 1885. Es el fabricante más veterano del sector con 133 años de experiencia, y esto nos dice que algo deben de saber hacer bien. Y ese algo, es la calidad. Bianchi ha estado asociado a la competición con grandes leyendas del ciclismo como son Coppi, Gimondi, Pantani, Ulrich… y desde hace algunas temporadas con el equipo holandés Lotto-Jumbo como equipo UCI ProTour.
Dentro de la categoría “Racing” de su catálogo encontramos dos modelos, la Specialissima y la Oltre XR4 CV. La Specialissima es la escaladora, con un peso mínimo para quien tiene en las jornadas de puertos, puertos y más puertos su hábitat natural. Poco más de 6 kg, totalmente ilegal según la UCI, ya sabes, esos amargados.
La Oltre XR4 es que la que viene etiquetada como “Aero”, aunque en realidad es mucho más que una unión de tubos perfilados. El conjunto que tenemos marca 6.725 g para una talla 55 con el tubo de la dirección sin cortar, así que para esta prueba nos quedamos con la Oltre XR4.
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Bianchi Oltre XR4: la atracción del diseño italiano
Desde que la ves en directo, sientes la llamada del celeste. Las bicicletas de Bianchi destilan leyenda y pasión, parecen tener un alma propia. Ya al recogerla, sabes que tienes un trozo de la historia del ciclismo en las manos.
Por geometría elijo la talla 55 que me viene con un montaje “a la carta o rediseñado” con grupo completo Shimano Dura-Ace 9100 (formato “compact”), ruedas Zipp 404 Firecrest Tubular, conjunto de manillar y potencia integrados Visión Metron 5D y sillín fi’zi:k Arione R1. Viene montada con todos los espaciadores del manillar, que lo levantan unos 7 cm. Es normal, para que se pueda cortar a la altura deseada del cliente, pero es como comprarte un Ferrari (por marcar una referencia italiana) y ponerle al asiento una funda de bolas como la que llevan los taxistas. Así que apaño como puedo el bajar al máximo el manillar, por supuesto sin cortar el tubo de dirección, que estas bicis son de test y hay que “caparlas” lo menos posible.
Ya al entrar en casa, la mujer se da cuenta enseguida que no es una “bicicletita” más y me dice: “Uummm… esa es de las caras”. Tiene el olfato fino, y sabe distinguir la pata negra, de la pata negrísima. Adapto todo a mi medida, monto los pedales y ya está lista para usar. Esa misma tarde ya estoy en la carretera con la Bianchi. Pero antes me quedo mirándola un buen rato.