Primeras Pedaladas: Lapierre e-Xelius SL
Bienvenidos al paraíso
En Niza, en pleno apogeo por la celebración de las etapas finales de la Paris-Nice y de la Paris-Nice Challegente, damos nuestras Primeras Pedaladas con la Lapierre e-Xelius SL equipada con el motor Fazua. Una experiencia que abre exponencialmente las posibilidades del ciclismo a todo tipo de ciclistas.
Niza es la meca europea del ciclismo. Miles de kilómetros de carreteras serpenteantes que nacen en la orilla de un mar azul intenso, hacia rutas infinitas por las que se han escrito muchas de las mejores historias de nuestro deporte. Lapierre nos convocó allí de forma un tanto misteriosa, para luego mostrarnos algunos de sus nuevos trabajos. Uno objetivamente magistral y otro, para mí, revolucionario. Todo al abrigo de su equipo Pro Tour Groupama FDJ durante las dos últimas etapas de la Paris Niza, disfrutando entre medias de la Paris Niza Challenge.
Ya os adelanto que tras esta experiencia casi más vital que deportiva, muchas cosas han cambiado en mi cabeza hasta el punto de que hoy adoro y siento el ciclismo de una manera diferente, y si digo diferente digo mejor, mucho mejor.
De Madrid a Niza hay un vuelo cómodo, apenas una hora y media, lo justo para poder revivir junto a nuestro cámara César Lloreda algunas de las mejores anécdotas de anteriores viajes sin repetirnos demasiado. El aterrizaje en sí mismo, sobre todo si sucede al atardecer, ya es un gran espectáculo para la retina de cualquier ciclista que se precie.
El reflejo del sol se proyecta sobre el mar, y desde la perspectiva de la ventanilla del avión se adivinan decenas de carreteras que zigzaguean por las laderas de las montañas… y que inevitablemente hace que sientas esa mezcla de impaciencia y hormigueo por empezar a dar pedales por todas ellas.
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Lapierre eXelius SL, la nueva e-Bike de carretera con Fazua
Llegamos con un día de antelación para vivir los dos últimos días de la París Niza, los más decisivos de lo que se considera un “simulacro” de los grandes hitos de la temporada, no tanto porque los líderes estén en plena forma, que no todos lo suelen estar, sino porque es una de las carreras a examen en las que muchos equipos trabajan a pleno rendimiento con todo su plantel de gregarios “tope de gama”.
No es casualidad que ya en la terminal nos cruzáramos con alguna celebridad del mundo de la biomecánica, con algún manager deportivo de renombre enfundado en un traje de diseño un tanto hortera o que las cajas y bolsas de las bicis de muchos ciclistas que acudían a lo que en realidad es un festival del ciclismo y glamour, salgan por las cintas perfectamente colocadas antes incluso que el equipaje de todos los pasajeros.
Antes de cruzar la puerta automática de salida, pasamos junto a una zona señalizada y reservada para el montaje de bicicletas, con un potro de bastante calidad, para uso y disfrute de quien lo requiera. Esto, además de ser un gesto de consideración y un buen servicio, es una respetuosa bienvenida para quienes saben que son muchos de sus visitantes predilectos: los ciclistas.
En la salida me encuentro de plano con la cara sonriente de Pascal Caré, ahora responsable de comunicación de Lapierre, y viejo amigo desde hace años porque era uno de los mejores periodistas especializados de Europa. Me da una solemne palmada en la cara seguido de un abrazo y de esta manera, me hace saber cuánto se alegra de verme de nuevo. Este fue el momento en el que Muriel Bohuet, del departamento de marketing de Lapierre España quien se ofreció a acompañarnos durante estos días para facilitarnos al máximo la labor, dio todo el sentido a su simpático y cadencioso acento español estilo “Inspector Crusoe”, para ponerse al día con la agenda de trabajo, ahora hablando a toda velocidad en un exquisito y fluido francés.
Llegamos al hotel tras una hora de coche, a oscuras por carreteras no aptas para estómagos inestables, con muchas paredes y muros decorados con pintadas de ánimo a pilotos como Sebastian Loeb. Y de momento, en lo que se refiere a bicis, se mantiene el misterio.
Primer día: Lapierre Xelius SL Disc
Son las siete y cuarto de la mañana. Abro la cortina de la habitación del hotel y aunque soy de amanecer digamos pausado, no puedo contener un taco pegando la nariz a la ventana. “¡Cesar, mira qué… pasada!” Decenas de picos inmensos de roca caliza peinados a raya por carreteras dirigidas cada una hacia una cumbre.
Bajamos al desayuno y la primera de las sorpresas ya estaba servida: una Lapierre Xelius 700 SL Disc perfectamente ajustada me esperaba en la recepción. No voy a engañar a nadie, por supuesto que conocía esa bici, no es propiamente una novedad salvo porque ahora monta frenos de disco con grupo Ultegra Di2 de última generación, pero tras mis pasados 15 años de periodista especializado… jamás había probado una.
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Primeras pedaladas: Lapierre New Xelius SL
Amarillo flúor combinado con negro brillo, montaje impecable, lleno de detalles magníficos, todos los elementos de guiado y ajuste firmados por Lapierre, carbono y calidad en lugares donde otros montan aluminio o pasan de puntillas, primeras marcas en todos los componentes y algunos propios de muy buen nivel.
Muriel nos dice que el comienzo de esta experiencia empieza con una ruta de dos puertos, en realidad uno, pero que lo subiremos sobre esta bici, su “best seller”, en una de las subidas más míticas de la zona, el Col de Turini.
¿El propósito? Según Pascal y Muriel, empezar por el principio, es decir, entendiendo bien una bici de la que ellos se sienten muy orgullosos, probada por carreteras donde Lapierre piensan que su bici puede desplegar todas sus capacidades.
Todas las impresiones de las carreteras de Niza las puedes leer en el número 15 de la revista digital
Damos el salto a la Lapierre e-Xelius SL
Si has leído el reportaje de la revista digital #15 de Maillotmag, habrás visto que hice dos subidas al Col de Turini con la Lapierre Xelius 700 SL Disc. Muriel lleva un rato desaparecida y al tiempo Pascal, con cara de pillo, me comenta que si me gustaría subir de nuevo el puerto u otro de los que transcurren por la zona. La verdad es que en otro momento de mi vida me habría animado de inmediato, pero yo y mis costumbres hemos cambiado mucho en estos años. Tengo 40 "palos", estoy en buena forma general, pero bien es cierto que hoy por hoy vivo más de las rentas de los kilómetros y las carreras corridas en los anteriores 25 años, que por lo que me lo curro en este momento. No añoro especialmente nada de entonces, creo que ahora mi vida es más plena, aunque reconozco que, en días como estos, en lugares así, uno echa de menos tener el fondo y la energía sin límite de un chaval de 24 años para sacarle al día hasta la última gota.
Le digo a Pascal que lamentablemente ya no me encuentro para hacer otro puerto así, una ruta suave tal vez. Minutos después apareció Muriel caminando con una bici gris a su lado.
La miro dos veces y enseguida veo que se trata de una e-bike. Lo he dicho antes y tampoco me hace de menos reconocerlo ahora, nunca antes me había subido a una Xelius, bici de la que me he quedado profundamente enamorado, y mucho menos había probado una ebike de carretera de Lapierre.
Pascal, que es un tío muy fino y buen periodista, había montado estratégicamente la secuencia de esta historia. Me explica que todo lo anterior sólo era una toma de contacto con el concepto Xelius y que como sabe que soy un ciclista de la vieja guardia, necesitaba que estuviera cansado para poder apreciar el valor real de lo que supone la experiencia de su nueva e-bike, basada en los mismos conceptos de conducción que su bici más polivalente para ciclismo de alta competición.
Pasé algo menos de media hora entendiendo con detalle el sistema de tres niveles de asistencia de la Lapierre e-Xelius, en este caso la versión 600 Disc que todavía tiene un modelo de montaje superior más ligero. Monta motor Fazua, que permite instalar un sistema de transmisión de doble plato con desarrollos convencionales, sin imitaciones en los ajustes de la geometría.
En talla L pesa un poco menos de 14 kilos, con la posibilidad de quitar la batería con el motor en un instante y aligerar tres kilos y medio para llevar una bici “a pulmón libre”. De manera muy sencilla, Pascal y Muriel me introdujeron en la forma de uso, en cómo optimizar la autonomía y cuál era el concepto de pedaleo sobre el que había trabajado Lapierre para esta e-bike.
Honestamente, del mismo modo que en las bicis de montaña he probado muchas e-bikes y soy un fan incondicional por muchos motivos, sobre todo por la inmensa diversión añadida y la posibilidad de ampliar horizontes, también por muchas otras razones reconozco que era un poco reticente al uso de la asistencia en modelos de carretera. Pensaba que, con la cantidad de desarrollo disponibles hoy por hoy, con ir más despacio la ecuación ya estaba resuelta para ciclistas de todos los niveles.
Me volví a calzar las zapatillas de la bici, enganché las calas y comencé a pedalear de nuevo el Col de Turini. Llevaba la bici en “stand by”, es decir, encendida pero sin ningún tipo de asistencia.
Las piernas me dolían bastante, la paliza de las dos subidas matutinas, el parón de la comida, la propia comida en sí, el sobrepeso de la bici… al poco tuve que activar el primer nivel de asistencia en el que el mando indica el nivel de batería en color verde. En realidad, tampoco se nota un empujón, es algo leve, de entrada muy progresiva, algo que permite pedalear fácil. La cadencia ideal para el sistema Fazua está entre las 80 y las 85 ppm, pero te permite pedalear en cualquier caso y lo más importante, permite calentar tranquilamente en todo tipo de terrenos.
Al cuarto de hora ya iba mucho más animado, la bici me ayudaba a avanzar y había roto a sudar un poco, la comida ya estaba donde tenía que estar y no en mi garganta, al punto de que me animé a prescindir de la asistencia de nuevo.
Ahí me tenías, subiendo el Col de Turini por tercera vez, con una bici de casi 14 kilos, haciendo doble sesión como en los viejos tiempos… hasta que llegó una rampa del 9% y la realidad vino a mi de nuevo, por lo que activé el primer nivel de asistencia y la rampa se convirtió en un suave repecho, que requería de mi pedaleo, pero a un ritmo suave y controlado. Llegué a ese punto en el que podrías pasar el día entero.
Sin darme cuenta, ahora sí estaba mirando los paisajes, elegía ir sentado con buena cadencia o bailar cómodamente sobre una bici que obviamente no se mueve como la versión deportiva original por razones de peso y nunca mejor dicho, pero que ahora me permitía analizar con calma el asfalto, recrearme en las zonas de goma adherida sobre las curvas por cientos de coches de carreras pasando por esos tramos.
Estaba disfrutando de muchos más registros de la subida que esta mañana, pese a estar mucho más cansado. Los sonidos del bosque, de mi respiración calmada, la transición de los encinares de la parte baja hacia los pinos mediterráneos de más altura. El olor a resina y arena húmeda de las zonas de sombra.
Todo eso me lo había perdido esta mañana, donde todo me sabía a sangre… Y me dio qué pensar. Por norma las carreteras más bonitas que conozco también suelen ser las más duras, motivo por el que las disfruto de manera esporádica. Sin embargo, con esa bici, podría todos los días elegir machacarme con la asistencia desactivada con la garantía de poder volver a casa, sencillamente disfrutar de un paseo o salir a relajarme y soltar piernas.
Esta bici también me valdría para dejársela a algún amigo desentrenado y montar juntos a un nivel parejo de esfuerzo, o hacer entrenamientos mucho más duros y precisos, con la bici apagada en las series aprovechando el lastre para recuperar mejor con la asistencia. Muchas más posibilidades y nuevas emociones surgían de continuo, recorriendo el mismo Col de Turini donde esta mañana sólo había asfalto y dolor de piernas casi como única opción.
Así, activando y desactivando la asistencia de la e-Xelius en el nivel más bajo según pedía la pendiente o mis piernas, llegue de nuevo a la cima. Posiblemente tardara un poco más que por la mañana subiendo fuerte con la Xelius. Sin embargo, ahora tenía ganas de más, tenía la seguridad de que fuera donde fuera tendría opción de volver por mi mismo o con la ayuda de la bici llegado el caso. Me animé a recorrer otros tres puertos colindantes, probé las segunda asistencia en color azul en un par de tramos muy exigentes, el máximo solo en uno por probarlo y es algo exagerado, pero por encima de todo añadí a mi día muchos más kilómetros de pedaleo, casi hasta el anochecer, grabando en mi mente recuerdos imborrables a pedales de lugares que de otra manera, nunca habría podido recorrer… o no al menos no en un sólo día.
Nos vamos de marcha con la Lapierre e-Xelius SL
Por la mañana me levanté cansado como hacía tiempo que no lo estaba, sobre todo porque con la doble sesión por la tarde sobre la e-Xelius asistida, aunque fuera a fuego lento, había consumido casi más energía que con la Xelius por la mañana.
Sé que este cansancio muchas veces es una sensación engañosa, porque sólo necesitas unos kilómetros tranquilos para desentumecerte y al rato puede que te estén esperando las mejores piernas de toda la temporada. El reto para este sábado por la mañana era participar en la París-Niza Challenge, una marcha ciclo deportiva no competitiva que ASO organiza de forma impecable el día previo a la etapa final de la París Niza de los ciclistas profesionales.
Son casi 110 km reales de recorrido variado, muy bonito y con prácticamente 1.900 m de desnivel acumulado. No es un gran palizón, además es un trazado bastante técnico que lo hace muy ameno, pero tampoco es un paseo precisamente. Está en el punto perfecto.
Tenía sentimientos encontrados. Por un lado, quería volver a subirme a la Xelius 700 SL Disc, pero me había quedado tan impactado de las posibilidades de la e-Xelius, que me surgió la duda de preguntar si podía hacer un test de autonomía y comportamiento de la e-bike en un uso normal, aprovechando la París-Niza Challenge. Así podría realizar una prueba integrado dentro de un pelotón, usando la bici con asistencia donde fuera necesario, para sacar más valoraciones al lado de otros ciclistas. No me pusieron ningún problema así que finalmente decidí salir con la e-Xelius.
En realidad, es un evento deportivo popular en el que se sale de 25 en 25 participantes dentro de una franja horaria, quiero decir, que, si para mí el puesto en una carrera al uso ya no tiene importancia, el resultado en un evento deportivo así es totalmente irrelevante.
Mi idea original era intentar gastar la menor cantidad de carga posible, intentando seguir un ritmo razonable, sin asistencia alguna en el llano o subidas cortas y en función de la dureza de las ascensiones largas, recurrir a la asistencia para que al menos compensara el sobrepeso de la bici.
Salimos muy tranquilos por las calles de Niza con la e-Xelius pero al llegar a las carreteras, nos pasó un pelotón de unos diez ciclistas, que iban como balas… Y claro, aunque llevaba una e-bike apagada de casi 14 kilos, el ciclista no te lo sacas de dentro.
No pude evitar meterme en ese grupo. Como e-bike pedelec legal, aun en el caso de que llevara la asistencia activada, a 25 km/h corta. Iban bastante fuerte, casi a 50 km/h, es decir, que ahí no había asistencia de nada. No diré que fuera como llevar la Xelius 700 SL disc que había probado el día anterior, pero yendo a rueda en el llano tampoco tenía demasiados problemas para ir con ellos ni una diferencia dramática a hacerlo con una bici normal. Tras un tramo con una gran recta que conduce a las montañas, giramos a la derecha y comenzamos el primer puerto.
Ocho chicos y dos chicas, todos en una forma increíble, más un servidor haciendo lo que podía y allí no bajaba el ritmo nadie. Con la bici apagada aguanté algo más de diez minutos, hice todo lo posible por no activar la asistencia, pero creo que hice mas de lo que podía, porque de no haber sido por la asistencia, cuando literalmente ya no podía más, me habría quedado clavado en el sitio. Me tomé al menos tres minutos para recuperar algo de fuelle, respetando no adelantar a nadie del grupo, que ahora sí podían escuchar el leve silbido que emite el motor Fazua cuando trabaja. Llegamos a un tramo más suave del primer puerto y pensé que sin asistencia podría mantenerme dentro del grupo. Sin mucha pendiente podía quedarme con bastante esfuerzo, pero en cuanto el desnivel aumentó volvió a pasar lo mismo de antes, luché por no activarla hasta que por poco reviento, lo volví a activar y así llegamos a la primera cima.
Era curioso, llevaba una ebike y el caso es que por mi apuesta personal de usar la asistencia lo menos posible, había subido ese puerto mucho más fuerte de lo que habría hecho con una bici convencional. No hablo de velocidad, hablo de intensidad neta. Posiblemente con la Xelius 700 SL Disc no habría tenido problema en aguantar el ritmo del grupo en igualdad de condiciones, también podría haber hecho el puerto entero con la asistencia subiendo cómodamente, pero como elegí hacerlo a mi manera, la realidad es que llegué a niveles de intensidad casi olvidados para mi.
Ya con el pulso más bajo, la primera conclusión obtenida son las inmensas posibilidades que permitía este tipo de bicicleta, en la que de momento sólo había gastado poco más de una linea de la batería y ya habíamos superado el Km 30.
El primer descenso en grupo también fue una vivencia interesante, porque ciertamente esta e-Xelius guarda ciertos paralelismos de manejo y “feeling” con el modelo original Xelius, más allá de su línea de diseño de triple triángulo. Sin embargo, pesa casi el doble y la distribución del peso queda muy baja. Eso bajando afecta de forma directa en dos factores: la frenada y la agilidad en el cambio de pesos. Obviamente hay que empezar a frenar antes, por mucho que lleves discos y neumáticos de 28, aunque es cierto que la bici no rebota nada por mal que esté el asfalto. Luego, para bajar fuerte hay que ser mucho más decidido con el ángulo de ataque a las curvas y la inclinación en la tumbada. Para bajar seguro esta e-bike es mucho más segura, pero para bajar fuerte, implica un nivel de concentración mayor, al menos hasta que te adaptas bien a sus particularidades respecto a una bici al uso.
En los siguientes kilómetros iba reservando toda la batería posible, aunque en los repechos duros ya no me quedaba más remedio que activar la asistencia para no quedarme descolgado, porque ante los tirones fuertes de un pelotón no hay más solución. La verdad es que siendo respetuoso con el ritmo del grupo sin dejarme ver en la cabeza y evitando exhibiciones absurdas con el segundo o tercer nivel de asistencia, no noté tirantez alguna ni nadie me dijo absolutamente nada en contra de que fuera con ellos con una e-bike. Quiero decir que si cuidas esas leyes no escritas del ciclismo en grupo, entre ciclistas de buen nivel, tampoco percibí que nadie se molestara.
Tras un tramo de ascenso cronometrado, el grupo se paró en un avituallamiento y yo decidí continuar solo para no darle descanso al uso de la bici. Mi objetivo era hacer del tirón la París Niza Challenge. El segundo puerto intenté hacerlo “a pelo” y aunque el lastre es evidente, la verdad es que tampoco iba tan despacio. Soy un ciclista amateur, estoy más o menos entrenado y tengo experiencia para gestionar los esfuerzos indistintamente de la dureza, y aun con la bici desactivada iba adelantado lentamente a otros ciclistas, personas que montan en bici lo que pueden y cuando pueden, pero con capacidad de hacer una ruta como esta. Lógicamente me iba forzando de más, iba más despacio de lo que iría con una bici convencional… ¡pero iba!.
Un poco más allá de la mitad de este segundo puerto, el grupo de “galg@s” me volvió a dar alcance porque venían igual que salieron, machacando las bielas. En el punto que me pillaron tuve que conectar la asistencia al primer nivel y en los últimos kilómetros que eran muy suaves, pude acabar por mí mismo. Al acabar esta segunda ascensión sólo había consumido entre tres y cuatro de los once segmentos de la batería, porque el tercero no estaba todavía apagado del todo. Ya llevábamos más de 60 km de recorrido y no os voy a negar que empezaba a estar cansado.
Tras unos kilómetros preciosos de transición y aproximación al pequeño Mont Ventoux, comenzó la subida reina de esta París Niza Challenge. Poca broma, esta subida tiene rampas duras y continuadas y desde luego sin asistencia y con ese sobre peso se me hubiera hecho un verdadero infierno. Intenté ahorrar batería en algunos tramos, pero era absurdo, me quedaba clavado. Así, remando bastante aun con el primer nivel de asistencia, hicimos cima en una de las cumbres más bonitas que he hecho en mi vida. Aquí, cuando la asistencia es muy continuada, sí que vi cómo la batería bajaba sin remedio, cayendo hasta el sexto segmento.
El descenso de este puerto hacia Niza es legendario, con curvas larguísimas con visión perfecta, para no tocar el freno… Y aquí llevar una e-bike desde luego es toda una gozada. Del mismo modo que en tramos de bajada técnica es más torpe y menos capaz, el sobrepeso lanzaba la bici como un Fórmula Uno, y precisamente por su masa baja la estabilidad en líneas largas es como ir en un tren de alta velocidad.
Desde ahí hasta la entrada en Niza prácticamente es todo bajada, salvo una trampa final en la que había que subir desde la arena hasta unos 250 metros de altitud en un repecho brutal. Ya iba bastante tocado y la verdad, con las piernas muy machacas por la doble sesión de ayer y el ímpetu de hoy. La tentación de la asistencia fue demasiado grande como para renunciar a ella. Empecé al primer nivel, pero en la parte media del paredón ya no podía ni con esas, así que tuve que entrar en el segundo nivel de asistencia con el mando en color azul. Desde ahí hasta las avenidas principales de Niza fue un “paseo triunfal”, disfrutando en el alto de la visión del mar y toda la costa Azul.
Una vez en meta, con una atención organizativa espectacular, no tenía duda de que algo había cambiado en mí. El test se había convertido en una metamorfosis personal, realmente mi ilusión no era tanto compartir datos de una bici fascinante, sino un nuevo concepto que abre exponencialmente las posibilidades del ciclismo.
Aquí te dejamos con un pequeño vídeo-resumen de nuestra experiencia con la Lapierre e-Xelius SL:
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