Aveiro Spring Classic con Specialized Aethos

Recibí un correo en el que la invitación se resumía en un “Antonio!! ¿Cómo va todo tío? ¿Te apetece venir con nosotros a pasar un fin de semana en bici a Portugal?”
La respuesta era un sí rotundo por definición aunque, aún a riesgo de quedar como un asqueroso desconfiado, también pienso que nadie da nada por nada.
Vamos a ver, que quien me conoce sabe que soy cualquier cosa menos una persona fría o mercantilista en mi manera de vivir, pero todos estaremos más o menos de acuerdo en que incluso yéndonos al lado más emocional de la vida, ni siquiera puedes dar amor indefinidamente si ese amor no es correspondido en algún momento.
Así, y también lo digo a las claras para despejar suspicacias, aunque al menos yo me siento muy querido en la casa de Morgan Hill porque entre unas cosas y otras ya son más de 20 años de relación profesional habiendo vivido de todo juntos, también sé que organizar estas historias cuesta una pasta y sobreentiendo que si se me llaman es en representación de esta santa revista, para que luego desarrolle un contenido en concreto.

Por ese motivo pregunté.
“¿Vais a presentar alguna bici nueva? ¿Algún producto relacionado con ese evento?”
“No, bueno, sí y no.”
“¿Y eso cómo se come tío?"
“Pues verás. Patrocinamos ese evento, que es una prueba preciosa, está organizada de lujo y además es un poco particular. Verás, son 120 kilómetros prácticamente llanos por la costa de Portugal, con salida y llegada en Aveiro. Os dejamos una Aethos S-Works eso sí. Llegamos el viernes por la tarde, salimos el sábado a dar una vuelta de unas tres horas, muy tranquilamente. Conocéis la zona si no habéis estado por allí antes, es muy bonito, pasamos un par de días juntos hablando de bicis y de todo un poco, y el domingo participamos todos en la prueba. Creemos que con eso ya cada uno sacará sus propias conclusiones, pero por favor, libertad absoluta para gestionar esto como consideréis.”
¿Sí? ¿Libertad absoluta? En realidad como siempre, pero como hoy yo piloto el contenido íntegramente, allá voy.
Ahora tengo que escribir sobre ésto y me abordan muchas reflexiones, de lo más diversas la verdad, y aunque ésto también puede ser extensivo a muchas otras marcas que también hacen bicis descomunalmente buenas y trabajan en todos los departamentos de forma magistral, me hace mucha gracia cuando escucho esa repelente expresión de “¿Specialized? Esos son todo marketing.”
“A Dios gracias” siempre contesto yo.
Básicamente porque el marketing por definición es el conjunto de actividades, estudios, estrategias e incluso instintos e intuiciones que derivan de la profunda experiencia en un campo que implica a cualquier aspecto de un negocio, para que lo que se vende sea un producto ganador, desde un juicio meramente técnico hasta cómo llega a lo más profundo de nuestros corazones.
Así, y con perdón para quien le pueda ofender que las marcas de bicis pretendan ganar dinero siendo más competitivos y vender sus productos en mayor y mejor manera, resulta que esta marca tiene posiblemente el departamento de marketing más potente del mercado.
Esto no es sólo para poner anuncios en revistas de papel, banners en webs o patrocinar a todo capo que gane las mejores carreras del mundo, sino que desde principio a fin lo hacen al mismo nivel, en ocasiones con el punto de locura de atreverse a cosas inverosímiles, con algunas sombras en su camino como en todas las casas, pero que en el balance final les lleva hacerlo todo tan rematadamente bien, que para quien prefiere odiar en lugar de admirar reconociendo la obvia grandeza, este perfil de éxito les acaba resultando odioso.
De verdad, interpretadme como os parezca, pero en esto no me mueve nada más que el mero sentido personal de la justicia… y creo que es justo reconocer ésto que pongo por escrito.
Ahora, también os lo digo, recopilando todo lo vivido en estos días, a mi no me la pegan, porque bien sabían ellos hacia dónde nos iba a dirigir esta combinación de convivir con la Aethos en una prueba como la Aveiro Spring Classic y desde luego, una vez más, hay que ser muy crack para montar de forma tan elegante semejante historia.
Como es costumbre, a veces durante el evento, otras ocasiones al regreso de cada viaje representando a esta revista, suelo recibir una llamada de Luis Miguel del Cerro, honorable Director.
Siempre es para interesarse por cómo estamos, y en el caso de haber regresado por si nos ha ido bien, si hemos tenido algún problema con el que nos pueda ayudar, en fin, es algo más con una intención de interés personal que meramente profesional.
En esta ocasión la llamada fue durante la propia presentación.
Le digo de cara que la bici es sencillamente la mejor bicicleta en la que me he subido jamás, que dinámicamente lo es con tanta claridad que no me cabe la menor duda y que todo buen probador de bicis de carretera debería de tener una Aethos casi como herramienta de trabajo, para poder tener siempre esa referencia de nivel a la hora de valorar el nivel de otras bicicletas.
“Antonio, si tú lo dices es que es así, pero en realidad esa bici ya la presentó Dani en un Primeras Pedaladas que hicimos tras las presentación. Si con este evento desde Specialized tampoco ha habido una línea concreta de comunicación más allá del evento, creo que lo más lógico es centrarse en el evento”
“Ya Luis, pero es que la bici es la #olla . Te juro que reviento si no lo cuento. Mira, hago un vídeo así de andar por casa contándolo y ya cuando llegue a casa veo cómo le meto mano al artículo en la revista.”
“Me parece bien, ya sabes que confío en tu criterio.”
Y aquí estoy escribiendo el que posiblemente sea el más delirante de todos los artículos que haya escrito.
Respecto a mi entusiasmo por la bici, mucho de lo que pienso queda dicho en ese vídeo y me hago cargo de todo, pero es que es muy importante lo que significa la Aethos como para hacer demasiado caso a Luis Miguel del Cerro.
Es que el cuadro pesa 585 gramos y lo que se podría esperar de una bici así es un chicle abominable y sin embargo es la bici que sencilla y llanamente mejor te puede hacer sentir en la acción de dar pedales procesados en reactividad, porque sólo su hermana Tarmac para necesidades World Tour me hizo sentir esa explosión de euforia, sólo que esta la machaca en la báscula y además aterciopela el asfalto.
Cables por fuera. Benditos sean si es el precio que hay que pagar para poder llegar a este nivel de calidad dinámica. Lo único que me cuesta perdonarle es que en el hipotético caso de que fuera a comprármela, no venga de serie con el manillar Alpinist y un sillín Mirror en una bici que marca un ticket de 15.000 “pavos” y lo digo así de coloquialmente porque si pongo euros seguido de la cifra, cuesta casi hasta concebirlo. Aun así, los vale, otra cosa es que a mí también me repatee no disponer de esa liquidez para una bicicleta.
Dicho esto, que al final en términos de rendimiento puro no ha sido una bicicleta híper vanguardista la que me ha llevado a significarme de manera semejante sino una bici de corte clásico, a la hora de elegir un reto deportivo ¿qué es lo que miramos buscando ese atractivo?
Desnivel, kilómetros…
Cuanto más bestia más interesante es el proyecto.
Cuando os decía que son unos pájaros de cuidado, es que bien sabían ellos dónde nos llevaban y lo que iba a suceder, porque aunque la Aethos es una escaladora nata, en realidad íbamos a lo que, a priori, no es su terreno natural.
Por lo primero nada de madrugones. A las siete y cuarto en pie, desayuno tranquilo en el hotel a la misma puerta de la salida, paso por el aseo mirando redes sociales y a una hora muy sensata, la salida.
Aunque quiera excusarme o auto engañarme porque mi vida ya no me permite entrenar duro o sencillamente porque la cabeza cambia y sus prioridades también, llevo varios años repitiéndome a mi mismo que las carreras ya no son para mi, que prefiero disfrutar de un ciclismo más íntimo y contemplativo.
Y la verdad es que en este periodo he descubierto un ciclismo rutero maravilloso de gran fondo a ritmos llevaderos donde el reto está en disfrutar del viaje y si acaso de hacer grandes kilometradas, concepto con el que una bici como la Aethos me encaja a la perfección, pero la realidad es que si me pongo un dorsal, el bicho siempre sale de nuevo y ese animal interior saca hasta el último recurso por no perder un puesto. Un rollo más Tarmac la verdad.
El caso es que en esta prueba de la Aveiro Spring Classic, al no haber apenas desnivel, si tienes ese instinto y cierta condición física, es relativamente fácil entrar en cabeza carrera, de ir en pelotón luchando por no perder ni un puesto, jugando a ciclista de los buenos, anticipando, poniendo todos tus sentidos, controlando esas mareas que se generan en los grupos, en alerta contínua…
Y el que fue adicto a la adrenalina lo es para siempre, sólo tienes que volver a probarla un poco y al instante vuelves a sentirte ese ciclista de competición dispuesto a echar las tripas y no quedarte hasta que las piernas digan basta.
En cualquier otro escenario, la primera pendiente larga viene a recordarte cuál es tu realidad, por tu edad o por tu estado de forma, pero en este trazado conseguimos meternos en el corte de cabeza con unos 40 ciclistas entre los que me colé más por perro viejo que por nivel real.
Puedes pensar que 120 km en llano pueden resultar un solemne coñazo. Por lo primero es que cuando tienes un mínimo nivel, la dureza de las pruebas las definen más los ciclistas contra los que te enfrentas que los que es el propio trazado… Y ahí se iba realmente rápido.
En cuanto veía el más mínimo repecho, al final eran como 600m de desnivel, me apresuraba a meterme en puestos de cabeza para que el fogonazo de ácido láctico me llegara lo más cerca posible de la cima, con la esperanza de que la cola del grupo no me rebasara antes de ese punto.
De ahí me quedaba un rato recuperando como podía, superando los latigazos en los giros dentro de los tramos urbanos donde tener una bici de manejo reactivo y retorno controlable siempre es una gran ayuda.
Las sensaciones con la bici no podían ser mejores la verdad, sobre todo en esta lucha de cambios de ritmo con continuas subidas y bajadas en la posición dentro del grupo.
Sin embargo, para darle un toque épico, esta carrera, marcha o como queráis llamarla -para mi es una carrera amateur con todo tipo de ciclistas en la salida, pero una carrera en toda regla a fin de cuentas- contempla numerosos pasos por lo que ahora se llama esterrato, vamos, pistas de toda la santa vida.
Sabiéndolo, mi pelea personal interna estaba en repetirme todo el tiempo “Antonio, no te cortes tío, aguanta un poco más que seguro que más adelante aflojan un poco y en cuanto lleguen los tramos de arena seguro que te defiendes con más soltura”.
Y lo digo con total humildad, pero vaya que si fue así, porque aun yendo a cola de grupo, apenas me di cuenta que entrábamos en una pista, pillé el carril de la derecha, la Aethos iba flotando por los baches y ahí salió el viejo rockero pulido en mil carreras de mountain bike, porque esquivando carreteros temerosos de patinar, me puse tercero o cuarto en menos de 800 metros.
Pasamos un par de tramos de arena más, aguantando como pude cuando entrábamos en el asfalto y nos volvíamos a meter a ritmo de locos, así hasta el kilómetro 50 aproximadamente.
No os voy a engañar, estaba ya para pocos alardes y a la salida en curva me comí un pedrusco que si hubiera ido más fresco lo habría anticipado.
Decepción y alivio, diría que a partes iguales pero os mentiría, fue más de lo segundo.
Incluso los mejores a veces se saltan ciertos detalles. Y es que pese a que nos habían dado un kit de reparación en una bolsita, con cámara, desmontable y bomba…no había llave allen para aflojar el eje pasante.
Qué gusto les estará dando leer esto a los fanáticos de las bicis con frenos a llanta ¿eh?
Así me quedé como un idiota esperando en la cuneta…hasta que apareció Rodrigo, de Marketing Portugal, y se detuvo a reparar conmigo.
El también venía dándolo todo y casi por inercia nos apresuramos a reparar todo lo rápido posible. Pasaron numerosos grupos, pero para cuando quisimos terminar de reparar mi rueda… vamos que una de las suyas también estaba con la llanta en el suelo. Después de un conatos de pataleta nos miramos y dijimos, “pues hasta aquí llega la carrera colega”.
Ya con otro talante reparamos con calma -curiosamente nos salió casi más rápido- y en un registro mucho más tranquilo, disfrutando de pelotones mucho más populares, apreciando el paisaje, comentando lo vivido previamente, jugando a clasicómanos en el resto de tramos de arena, llegamos juntos antes de la hora de comer a Aveiro.
120 km ya es una distancia más que respetable, estábamos cansaditos pero no destrozados y ¿sabéis una cosa? Que los primeros 50 kilómetros fulgurantes sobre esta bici fueron apasionantes, pero para este estilo de ciclismo disfrutón, juguetón y de colegueo en un recorrido fácil y bonito, para esto la Aethos también me parece una bici extraordinaria.
Si esto es lo que queríais que viviéramos, que entendiéramos la universal verdad de la bici, de nuevo os habéis salido con la vuestra, sois unos liantes maravillosos.
—
* Nota sobre las fotos: Seguro que ya os habréis fijado que hay fotos de dos días. Con dorsal y sin dorsal. Pues sí, es que el día antes de la carrera hicimos la vuelta de reconocimiento. Casi dos Aveiro Spring Classic en apenas dos días.