Cuando el asfalto es el escenario

Tour de 1967: Tom Simpson iba de lado a lado subiendo el Mont Ventoux. Se paró y cayó casi inconsciente. Miró a sus ayudantes y dijo; “subidme a la bici”. 500 metros más tarde se desplomaba y moría. Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadaver...
Cuando el asfalto es el escenario
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Autor Maillot Alberto Álvarez
Autor de la fotoAlberto Álvarez

Fecha de la noticia 12/08/2016


En el Tour del 2010 después de subir el Tourmalet donde Schleck y Contador mostraron un ‘fair play’ demasiado evidente, Carlos Sastre sentenció diciendo; “estamos haciendo del ciclismo una patraña de niñatos”. Sí, niñatos siempre ha habido en este deporte sin duda alguna, pero también ha habido macarras, listillos, caballeros, mentirosos y estrellas del rock.

Estrellas de esas que no dejan a nadie indiferente cuando hablan o que son capaces de separar a sus rivales con la cabeza como Mark Renshaw en ese mismo Tour del 2010. O estrellas como el inglés Tom Simpson que hizo que su dieta del último día sobre la bici fuera de anfetaminas y brandy. Qué mejor combinación para subir el Mont Ventoux, ¿no creéis?

O estrellas como Mark Cavendish que en el Giro del 2010 corriendo para el HTC llegó tarde a una etapa, se puso a rebufo de un coche del Rabobank para llegar al pelotón, rompió el cambio cerca de la meta, le cambiaron la bici y terminó ganando la etapa. Si hubiera llevado pantalones de cuero y los ojos pintados hubiera estampado la bici contra el asfalto y se hubiera tirado sobre la muchedumbre coreando su nombre… Bicis, vatios y mucho, mucho Rock&Roll.

Personalidad, carácter y fama

El ejemplo del inglés Tom Simpson es evidentemente muy extremo por lo dramático del final, pero la historia del ciclismo siempre ha estado salpicada de ciclistas fuera de lo común que han hecho y hacen de su forma de correr y de vivir algo nada convencional para lo bueno y para lo malo. Muchos de vosotros seguro que os acordáis del corredor abulense José María “El Chava” Jiménez que falleció con tan solo 32 años, pero que fue toda una estrella por su imponente y sincera personalidad.

“El Chava” apostaba siempre todo. Si salía bien, perfecto. Si no, al día siguiente lo volvía a intentar. Y si tenía que decir antes de la etapa que hoy salía a ganar, no le daba ningún miedo que los rivales lo supieran, de hecho eso le dejaba más tranquilo porque ya todos sabían cómo iba a terminar el día. Cuentan que en un critérium al que habían ido a correr Miguel Induráin y “El Chava” del Banesto, su amigo íntimo Juanjo se puso en una curva lenta para poder animarlo.

Después de varias vueltas al circuito y sin lograr ver a Jiménez, el propio Chava al pasar por su lado le soltó una bofetada y le dijo en marcha ¡me ves, o no me ves atontao!

Pero ciclistas como “El Chava” siempre han existido. Pantani, Freire, Cavendish, Millar… Tipos con una personalidad tan arrolladora que les hace rentabilizar su número de dorsal muy por encima del resto de compañeros.

Tipos que como David Millar decidieron pasarse la ‘ley de la Omertá’ por donde ya sabéis y sacó a la luz lo que pasaba detrás del podio, de las flores y de los besos de las azafatas. Y a pesar de que Millar consiguió con ese paso y su libro “Pedaleando en la oscuridad” ganarse unos cuantos enemigos en el pelotón, su valentía le reportó un halo de estrella dentro del negocio. Business is business.

Mario lo empezó todo

Pero Millar no es la única estrella que rompe guitarras sobre el escenario. Armstrong es una auténtica leyenda del rock. Siete Tours, siete, en esas tardes de verano en las que todos le veíamos subir Alpe d’Huez a más de 20 km/h de media. Al estilo Pantani. Armstrong, ahora villano en la Biblia imaginaria del ciclismo, fue uno de los que ayudó a que las marcas deportivas se concienciaran de que el ciclismo era una auténtica máquina de generar dinero. Nike, Trek, Oakley, Giro…

Marcas que aunque ya tenían presencia en el pelotón, pasaron a esponsorizar a cientos de profesionales viendo que sus horas diarias en las pantallas de televisión era una inversión económica de risa, por el retorno en ventas que eso significaba. Gracias a ese paso, ahora tenemos a marcas como Cannondale, BMC o Trek esponsorizando directamente equipos ciclistas.

Armstrong, tejano y tirano, tan querido como odiado es uno de los máximos exponentes de cómo una personalidad arrolladora como la suya, es un ingrediente perfecto para que tu paso por el pelotón no sea en balde. Porque hay dos formas de ser una estrella; por tu propia personalidad o por la suma de personalidad más una buena visión de negocio. Y en este sentido le debemos mucho a Mario Cipollini.

El italiano que ganó la friolera de 42 etapas solo en el Giro de Italia, revolucionó el pelotón con sus combinaciones de moda de maillot y culote, sus complementos a juego y sus multas por no llevar la equipación reglamentaria. Todo por el bien de un deporte clásico y convencional que necesitaba de alguna manera el ‘toque’ de un italiano.

Héroes y antihéroes

Uno de mis favoritos en esta lista del top ten de ciclistas con algo más que personalidad, es sin duda Bradley Wiggins. El producto de la escuela SKY de esas de ‘gana un Tour y vete’ es el ejemplo de cómo los ciclistas se han refinado como las versiones del Iphone.

Wiggins conduce una Vespa, viste al estilo MOD (estilo de moda y música que se creó en Londres en los años 50) y la Reina de Inglaterra le puso una espada sobre los hombros para nombrarle Sir. Ahora tiene su propio equipo, es una estrella británica corriendo en pista y no se esconde a la hora de decir lo que piensa.

Y si Wiggo es el de los trajes a medida y los botines de piel, Peter Sagan es el de los pantalones de cuero y las cadenas colgando del cuello. El eslovaco es genio y figura ahora con el maillot arco iris como tarjeta de presentación, y su repertorio va desde tocar el culo a una azafata del podio, a patear el coche médico de la Vuelta a España tras ser atropellado por una moto.

Si gana el maillot verde del Tour se tiñe la perilla de verde, si sube el Alpe d´Huez, se queda rezagado y el público le pide que levante rueda, el levanta rueda, quita las manos del manillar y saluda al personal con rampas del 10%...

Este año en el Tour de San Luis, Sagan se presentó con las piernas sin depilar convirtiéndolo en todo un trending topic del mundillo. Hasta Vincenzo Nibali le regaló una cuchilla de afeitar para que se animara.

Vive la France

En el Tour de 2011 el corredor francés del equipo Europcar Thomas Voeckler dio todo un recital de lucha, poder y ambición que no solo le llevó a portar el maillot amarillo varios días, sino que le situó cuarto en el podio final de París. Si bien Voeckler es todo un showman desde el momento que el jefe de carrera da el banderazo de salida, cuando las cámaras desaparecen Thomas es un corredor más bien reservado, que se esfuerza en pasar el máximo tiempo posible con su familia lejos de los focos de atención.

Voeckler es el ejemplo de que a veces las estrellas tienen una apariencia de lucha y de ambición dentro de la carrera, pero que fuera de ella son personajes terriblemente frágiles, tímidos y reservados. Pero hay un dato de Voeckler brutal. En el año 2000 cuando Cofidis le ofrecía la tremenda cifra de 800.000 euros año, el corredor francés prefirió serle fiel al Europcar debido al ambiente familiar del equipo y al excelente trato con el manager en ese momento Jean-René Bernaudeau.

Voeckler dejó de ganar con la operación unos 380.000 euros al año por rodearse de un equipo de confianza y valorar más la estabilidad profesional, que la económica. Todo un ejemplo.

La imagen cómica y seria a la vez de Voeckler es bien diferente que la que nos dejó en los 90 otro de los iconos franceses como era Richard Virenque. El francés que ganó siete veces el maillot de puntos rojos de la clasificación de la montaña del Tour tenía un carácter sobre la bici de esos que nos levantaban del sofá a mediodía.

Puro nervio y una forma de montar en bici muy descarada le convirtieron en uno de los ídolos en Francia hasta que el escándalo Festina del 98 le relegó al calabozo de los recuerdos. Aún así, Virenque ya confesado y cumplida su condena en todos los sentidos, sigue siendo uno de los ciclistas más queridos en Francia. Virenque dijo la tremenda frase de “El Tour me creó y el Tour me ha destruido”.

Y quizá esta última frase de Richard Virenque es la que mejor define la capacidad del ciclismo de competición de crear estrellas, pero destruirlas con la misma facilidad. Ser una estrella en este deporte no es fácil. Primero, debido a la enorme exposición a los medios y segundo por la propia presión personal, del equipo y de los esponsors a la hora de conseguir resultados.

Hay estrellas del ciclismo con muy poca capacidad para atraer a las marcas y a los patrocinadores, pero con un nivel de triunfo muy elevado, como también existe el caso contrario. Ciclistas con tan solo unos pocos triunfos importantes en su currículum, pero con una visión del negocio mucho más amplia que algunos de los maillots amarillos más grandes. Carisma, idiomas, redes sociales y ser un buen gregario en los momentos clave, te puede hacer llenar más estadios que viejas glorias consagradas.

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